Desde el pasado 20 de octubre los integrantes del sector salud de Panamá (médicos, odontólogos, técnicos y administrativos) se han ido incorporando a una huelga general indefinida en contra del proyecto de Asociación Público Privada que autoriza al presidente de la República a entregarle a la Mafia Internacional (Capital Financiero, Grandes Transnacionales y el Narcotráfico) […]
Desde el pasado 20 de octubre los integrantes del sector salud de Panamá (médicos, odontólogos, técnicos y administrativos) se han ido incorporando a una huelga general indefinida en contra del proyecto de Asociación Público Privada que autoriza al presidente de la República a entregarle a la Mafia Internacional (Capital Financiero, Grandes Transnacionales y el Narcotráfico) todos los servicios que presta el Estado. La situación se hace crítica porque en Panamá el sector terciario domina la economía. A pesar de que una huelga médica es intrínsecamente antipopular, las encuestas llevadas a cabo por varios medios, indican que la misma tiene la aceptación de más del 55% de la población. Un hecho insólito en nuestra historia; solo comparable a los movimientos de masas de 1984 y 1987 contra la dictadura de Manuel Antonio Noriega, en los que los médicos fueron parte activa de la paralización del país.
Este apoyo a la huelga merece una lectura detenida. En primer lugar, se hace contra una acción gubernamental. Un gobierno que apenas a los dos años de controlar el poder político, es el que registra los niveles más bajos de aceptación después de la invasión norteamericana en diciembre de 1989. Ese descrédito se debe al incumplimiento de las promesas proselitistas del candidato Martinelli Berrocal, aunado a una descontrolada corrupción de la gestión pública que se da en todos los órganos del Estado y que ocupa, casi a diario, los titulares de las noticias. La mitomanía del Presidente, un componente de su estado psiquiátrico, es motivo de mofa popular. En días recientes felicitó al campeón filipino Many Pacquiao, a través de su cuenta de twitter, por «dejar en alto el nombre de Panama». Después dijo que él no lo había escrito, y finalmente pidió disculpas por semejante «horror». Esta conducta del presidente Martinelli Berrocal hace que más del 85% de la población panameña no crea lo que dice. En segundo lugar, la canasta básica de los panameños sube a diario, la inseguridad ciudadana mantiene a la población en un estado permanente de alarma, la falta de interés en resolver temas puntuales de ciertos sectores, los obliga a movilizarse y a realizar tranques de calle; en fin, hay un descontento generalizado. En tercer lugar, los partidos políticos, huérfanos de propuestas estructurales, acaparan los medios noticiosos en estériles rivalidades intestinas, lo que ha llevado a más de la mitad de la población a rechazarlos como una alternativa política. En cuarto lugar, la presentación de ese proyecto de ley privatizador alertó al país de las consecuencias que significa traspasar los servicios del Estado a esa Mafia, fundamentalmente la Salud, la Educación, la Caja de Seguro Social y el Canal de Panamá. La experiencia que se tiene en otros países de la privatización de la Atención de Salud y de los Fondos de Pensiones motivó a los médicos a llevar a cabo una masiva campaña de llamada de atención a nivel nacional, con frutos muy positivos. Otro tanto, hicieron los docentes.
En el calor de la huelga, se conformó una Coordinadora Cívica Nacional, integrada, además del equipo de salud, por los educadores, los trabajadores, los grupos originarios, los estudiantes, los trabajadores del Canal, muchos integrantes de la Sociedad Civil Organizada y panameños de a pie. El pasado 16 de noviembre la Coordinadora convocó a una marcha en la mayoría de las capitales del país y resultó ser la más grande que se ha registrado después de la invasión. Marcha comparable con las llevadas a cabo en 1984 y 1987 contra la Dictadura Militar. En esa marcha, hablaron los representantes de sus respectivos grupos. Es la primera vez en la historia reciente que eso sucede. Se acordó consolidar la unidad del pueblo.
Los panameños somos conscientes de que la lucha contra el Poder no es fácil. El régimen de Asociación Pública Privada es el proyecto político de Martinelli Berrocal en asocio a esa Mafia. O dicho de otra forma, es el proyecto que la Mafia tiene para Panamá. Encontró a su Ejecutor más eficaz: Ricardo Martinelli Berrocal, quien pertenece a la misma, convertido hoy en Dictador Civil, pero con un ejército a sus espaldas, entrenado por los Estado Unidos, a pesar de que la Constitución Política prohíbe la militarización.
En Panamá se echaron las cartas sobre la mesa el pasado 16 de noviembre. La resultante es clara: se fortalece el Presidente panameño con el apoyo del gran sector económico nacional e internacional y del gobierno de los Estado Unidos o los panameños nos movilizamos para remover al autócrata y exigir una Asamblea Constituyente Originaria y Participativa.
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