Recomiendo:
0

La lección latinoamericana

Fuentes: Rebelión

‘Sólo un golpe de Estado ha conseguido echar a Hugo Chávez del poder en Venezuela. La situación había alcanzado tal grado de deterioro que este caudillo errático ha recibido un empujón. El ejército, espoleado por la calle, ha puesto fin al sueño de una retórica revolución bolivariana encabezada por un ex golpista que ganó legítimamente […]

‘Sólo un golpe de Estado ha conseguido echar a Hugo Chávez del poder en Venezuela. La situación había alcanzado tal grado de deterioro que este caudillo errático ha recibido un empujón. El ejército, espoleado por la calle, ha puesto fin al sueño de una retórica revolución bolivariana encabezada por un ex golpista que ganó legítimamente las elecciones para, convertirse desde el poder en un autócrata peligroso para su país y el resto del mundo.’

No es la sinopsis de ningún thriller político, ni ningún augurio de un vidente. Es el principio de la editorial de El País del 13 de abril de 2002, titulada ‘Golpe a un Caudillo, cuando el presidente Hugo Chávez fue secuestrado por militares golpistas que colocaron al frente del gobierno al presidente de la patronal venezolana, Pedro Carmona. Hacía tiempo que la oligarquía venezolana trataba de hacer tambalear el gobierno bolivariano, promoviendo huelgas (si, la patronal convocando huelga …) e incitando a la revuelta a través de la mayoría de los medios de comunicación del país, privados y en manos de la oposición. La revuelta fue encabezada por la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras), la cúpula de la Iglesia Católica, la Universidad Católica y la Confederación de Trabajadores de Venezuela, un sindicato antichavista financiado por la National Endowment for Democracy , fundación estadounidense de la era Reagan, que según el New York Times, se creó para hacer públicamente lo que la CIA no podía hacer, es decir, financiar todos aquellos grupos de América Latina serviles a las políticas de EEUU .

Finalmente, militares fieles a la democracia y decenas de miles de personas venidas desde las barriadas pobres de Caracas, como han recreado los raperos Area23 del barrio del 23 de Enero en este magnífico videoclip, consiguieron hacer retroceder a los golpistas y devolver el orden democrático al país, pese a los intentos posteriores de manipular los acontecimientos por parte de la prensa nacional e internacional contraria al gobierno bolivariano, y que culpó los chavistas de disparar a manifestantes opositores, una versión ya desmontada, entre otros, por el documental ‘Puente Llaguno , claves de una masacre‘. El papel de los medios, fundamental para promover y justificar el golpe, fue magistralmente analizado por la Red Nacional de Investigadores de la Comunicación en este informe de 2005 titulado ‘El rol de los medios en el golpe de estado en Venezuela‘ (Argentina, 2005).

Hace ya 10 años de aquel golpe de Estado aplaudido por medios supuestamente ‘progresistas’ como El País, una versión (y emoción) que no se alejaba nada de la que mostraban Bush y Aznar. Y curiosamente, 10 años después, nos encontramos con un panorama que deja en evidencia la quiebra de Occidente frente al crecimiento imparable de América Latina en todos los sentidos, a pesar de que entonces El País afirmaba que «el régimen chavista ha sido tan desastroso que ni siquiera ha sabido gestionar con eficacia esta riqueza nacional «.

Esta supuesta ineficacia ha llevado a que, hoy día, mientras en el estado español recibimos cada viernes la noticia de una nueva medida de ahorro por parte del Gobierno que recorta cada vez más los servicios y las libertades públicas, en Venezuela se anunció hace pocos días la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, se decretó el doble de indemnización para los trabajadores despedidos sin justificación, y la inamovilidad laboral de dos años para los padres y permiso pre y post natal de seis y veinte semanas para el padre y la madre, toda una serie de reformas de la nueva Ley Orgánica del Trabajo.

También parece ‘catastrófica’ la situación en Bolivia, que ha aumentado el salario mínimo un 127% en 7 años, y ha reducido la edad de jubilación de los 65 a los 58 años, dejándola en 56 para los mineros. Y poco se conoce de las conquistas en derechos de los pueblos indígenas y en la lucha contra el racismo, una lacra clasista que retratan muy bien los documentales Guerreros del Arco Iris (Humana – La Taguara, 2007) y el más reciente Bolivia en pie (Unai Aranzadi, 2009), o la película También la lluvia (Icíar Bollaín, 2010).

Primero Argentina con YPF y ahora Bolivia con REE, y de nuevo El País dando lecciones en la editorial: ‘Morales y su Gobierno han actuado al margen de las reglas que ordenan el respeto a la propiedad y el ordenamiento jurídico internacional’. Como si el grupo PRISA no tuviera ningún otro interés que el respeto a las normas (como demostró en la editorial favorable al golpe de estado en Venezuela en 2002) y no hubiera en juego ningún interés comercial. Sería muy inocente creer que PRISA, con intereses bien atados con otros grupos económicos españoles como Repsol, Iberdrola o el BBVA, no tuviera en cuenta lo que dice ante las recientes políticas de nacionalización. El periodista valenciano Pascual Serrano ya hablaba en 2009 de los intereses de este grupo mediático en un artículo sobre los medios de comunicación en Bolivia. Sólo hay que atar cabos. No es de extrañar pues que los sucesivos golpes de estado en Honduras y Ecuador (este último fallido) contra sus presidentes de izquierdas, El País utilizara eufemismos como «detenciones del presidente» en el caso hondureño o «rebelión policial» sobre Ecuador.

La selección de noticias de la prensa española sobre América Latina es bastante significativa. Mientras encontramos abundantes referencias a supuestas crisis y tics autoritarios en los países gobernados por las izquierdas, tildados despectivamente de ‘populistas’, es difícil encontrar detalles sobre los recientes asesinatos de dirigentes campesinos o políticos de izquierdas en Colombia, un país donde se producen el 60% de los asesinatos de sindicalistas de todo el mundo, y donde la connivencia del gobierno con los paramilitares de extrema derecha y la vergonzosa impunidad de sus crímenes ha sido denunciada en numerosas ocasiones por organizaciones de derechos humanos y periodistas, como Juan José Lozano y Hollman Morrisde el documental Impunity.

Tampoco encontramos demasiadas referencias a Honduras, donde una vez consumado el golpe contra Zelaya e impuesto el nuevo gobierno simpático para Washington de Porfirio Lobo (2010), han sido asesinados casi una veintena de periodistas. Imaginad que esto hubiera pasado en Venezuela. Claro, allí dicen que no hay libertad de expresión y que Chávez lo controla todo, una mentira desmontada, entre otros, por el catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Pompeu Fabra, Vicenç Navarro en un artículo en el diario Público, donde afirma que allí hay más pluralidad en los medios que en el Estado español. En realidad, sólo hay que ir allí y enchufar la televisión para comprobar cómo los numerosos canales privados son la mayoría el doble de agresivos que Intereconomía.

Lamentablemente, la imagen que los gobiernos de izquierdas de América tienen en el Estado sigue siendo la que los principales medios quieren transmitir. Demasiada gente aplaudió al rey español cuando sacó su vena colonial contra Chávez con el famoso ‘¿porqué no te Callas?‘, pero poca gente sabe lo que pasó minutos antes, cuando el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, le sacaba los colores al monarca, a Moratinos y a Zapatero. Pero no deja de ser significativo que un vestigio feudal del viejo continente, designado por un dictador fascista, mande callar al presidente de una antigua colonia elegido democráticamente. Y fruto de esta mentalidad colonial, el posterior aplauso de la masa patriótica, porque el blanco hizo callar al osado indígena.

Los medios y los periodistas podemos ser el mejor y el peor aliado del poder. Ayer, Día Mundial de la Libertad de Prensa, muchos nos preguntábamos si el periodismo sigue siendo una herramienta al servicio de la sociedad, o más bien al servicio de las sociedades que lo poseen. Y no encuentro mejor manera de homenajear la profesión que recomendando la entrevista de Karlos Zurutza al periodista vasco Unai Aranzadi, donde dejó grabada una gran frase para la historia, y que podría aplicarse a la mayoría de los grupos de comunicación que hoy en día controlan el 90% de las informaciones que consumimos: hay más verdades en un disco de Calle13 que en todo el grupo PRISA.