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Uruguay. Entrevista al politólogo Oscar Bottinelli

«Mujica desperdició una oportunidad histórica»

Fuentes: Semanario Caras&Caretas

La entrevista que reproducimos tiene su interés. Refleja, sobre todo, una percepción que se extiende entre la denominada «clase media». Vale decir, esa híbrida categoría social que abarca desde sectores de la pequeña-burguesía propietaria a capas de asalariados que reciben un ingreso por encima de la media nacional. Mayoritariamente votantes del Frente Amplio, que fueron […]

La entrevista que reproducimos tiene su interés. Refleja, sobre todo, una percepción que se extiende entre la denominada «clase media». Vale decir, esa híbrida categoría social que abarca desde sectores de la pequeña-burguesía propietaria a capas de asalariados que reciben un ingreso por encima de la media nacional. Mayoritariamente votantes del Frente Amplio, que fueron seducidos por la promesa electoral de «un país de primera». Desde ese punto de vista, el análisis del entrevistado – que por cierto no se ubica en un campo de izquierda – revela una creciente frustración de estos sectores con el gobierno de José Mujica (sobre un balance de sus primeros diez meses puede verse «El progresismo cotiza a la baja», en Correspondencia de Prensa, 6-1-11). Bottinelli fue dirigente del Partido Demócrata Cristiano, hasta 1987 se desempeñó como secretario político del general Liber Seregni (1916-2004) fundador y líder histórico del Frente Amplio. Actualmente es docente del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, y director-propietario de Factum, una de las principales empresas encuestadoras del país. (Redacción de Correspondencia de Prensa).

Mateo Grille: ¿Cuál es el nivel de aprobación que tiene la gestión del actual gobierno?

Oscar Botinelli: Para analizar al gobierno hay que tener en cuenta varios puntos. Desde el ángulo de la opinión pública, el nivel de aprobación del presidente es satisfactorio pero está en caída sostenida. Hay que esperar hasta dónde cae para ver si implica una afectación seria, si bien más o menos medio país considera que todo va bien y la mayoría (pero no todos) de los frenteamplistas lo considera. Es importante señalar que la mayoría de los frenteamplistas y la población considera que el gobierno está por debajo de las expectativas. El presidente está bien, la gestión está bien, pero las expectativas no.

MG: ¿Las expectativas en cuestiones como seguridad y educación, por ejemplo?

OB: En temas complicados, como seguridad pública, la mayoría de los consultados considera que está muy mal e incluso peor que hace una década. En lo que refiere a conflictividad laboral, se considera que se está peor que hace tres años y hace tres años se creía que estábamos peor que hace una década. Educación y vivienda son temas en los que es clara la insatisfacción.

A nivel de la gestión, el gobierno está en un contexto económico importante y está fuera de discusión que podemos canalizar más inversiones que otros países. Esto puede ser peligroso para el gobierno y para el Frente Amplio en el sentido de que enmascara todos los problemas, porque si uno tiene un boom económico y la gente gana más y vive mejor, los horrores quedan ocultos. Acá surgen temas estratégicos: en el oficialismo hay un optimismo muy grande con la gente que salió de la pobreza, pero hay que ver si efectivamente esa gente salió de la pobreza, si cambió su contexto habitacional, si no vive en asentamientos, más allá de que aumentó sus ingresos. Porque salir de la pobreza es estructural y hay tres elementos básicos para ello: vivienda, educación y empleo. Si esto es estable ese problema estaría semi resuelto. Pero todo depende del resto de los puntos, porque no hay desarrollo laboral sin educación, por ejemplo. El gobierno anterior decidió que si lograba aumentar los salarios se mejoraría la situación, pero eso no supone necesariamente cambios estructurales. Si ese dinero se hubiera invertido en vivienda, se hubieran logrado cambios estructurales importantes. En el gobierno anterior se hablaba de que se entregaron siete mil viviendas, pero no hay cabal comprensión del tema, porque el presupuesto para el quinquenio ahora es de mil millones de dólares pero el déficit es de doscientas mil viviendas, así que el monto destinado a vivienda, aunque elevado, es menor respecto a lo que se precisa.

MG: ¿La educación es otra de las prioridades?

OB: La educación debería ser también una prioridad. Porque planes concretos y específicos para reformarla, en Uruguay existieron en el período de Rama. Es curioso que en ese momento se enfrentaran dos modelos: el de Rama y el de la educación libre, es decir el presupuesto a la enseñanza mediante cheques que se llevarían los padres para elegir qué educación brindar a sus hijos; porque se tomaría como base que los padres son los responsables de sus hijos y de su educación. Esto venía auspiciado por organismos internacionales de la época, ya que era como el gran modelo chileno que se implementaba. Algunos sectores de la izquierda apoyaron la reforma de Rama; otros sectores de la izquierda se opusieron a través de los gremios de la enseñanza. Lo cierto es que todos los referentes de la izquierda que colaboraron con Rama fueron proscritos en el gobierno anterior y el actual, y el Frente Amplio sacó a la gente más capacitada en temas referidos a la educación.

MG: Fue una opción.

OB: Fue una opción para ganar más política. Lo peor del asunto es que, además, del lado de los opositores de la reforma de Rama, nunca se presentó un proyecto alternativo. Esto determina que hoy tampoco haya un proyecto alternativo y, más bien, en materia de enseñanza hay dos cuestiones: una, extensión de educación escolar, escuelas de tiempo completo, planes de alimentación escolar, etcétera; otro asunto es el de la calidad de la educación. Recién se empieza a hablar de una discusión sobre los contenidos. O sea que este gobierno finalizará con los aprontes para una seria discusión sobre la enseñanza, lo cual derivará en una reforma educativa que recién se comenzará en el próximo período, después de 2014, sea del partido que sea.

MG: ¿Cuánto se avanzó en la reforma del Estado?

OB: Da la impresión de que lo que hará el gobierno es muy tímido. Hay dos cosas desde el punto de vista politológico que me gustaría marcar: la titularidad del Poder Ejecutivo es del mismo partido que en el anterior período y en los tres ejemplos que hay en los últimos cincuenta años se observa que nunca se da continuidad a lo que se hizo en el período inmediatamente anterior. Eso implica que un partido que gobierna no continúa los planes. Por otro lado, Mujica recibió el gobierno en un contexto económico muy bueno. Por su vida, por su austeridad, por su contexto familiar, a nadie se le ocurre pensar que él piensa sacar ventaja de lo que haga y -por su edad- nadie piensa que tenga intenciones personales y políticas a futuro. Además tiene poder moral para encarar todas las resistencias que pueda tener. Pero Mujica debió usar todo eso antes del desgaste; en los primeros cien días el poder está en niveles inimaginables.

MG: Por eso en los primeros cien días hay que hacer lo más importante.

OB: Sí. Es cuando hay que embestir con todo. Eso hay que tenerlo presente y un presidente que quiera mantener el mismo nivel de popularidad está condenado al fracaso, que es lo que sucede en Estados Unidos, donde el presidente tiene elecciones en el medio de su gestión, lo cual lo marca un poco.

MG: ¿Mujica no controló bien el timing en este primer año?

OB: Por lo menos ya desperdició una oportunidad muy grande de encarar los temas más complicados.

MG: ¿Cuánto afecta al presidente hablar permanentemente de todos los temas?

OB: Creo que el gobierno está teniendo problemas en ese sentido. Confunde anuncios con medidas. Mujica habla mucho y a veces hace cosas distintas a las anunciadas. Es peligroso cuando un presidente de la República está permanentemente hablando como si fuera un individuo común o un dirigente político cualquiera, porque él es quien marca los lineamientos del gobierno. El Frente Amplio está en una fiebre discutidora en la que todo el mundo se entera de lo que piensa el otro por medio de los medios de comunicación.

MG: ¿No hay orden?

OB: Hay un error en la dirigencia del Frente Amplio que no se preocupa por las discusiones públicas de su fuerza política. Eso puede llevar al desgaste de la figura y al debilitamiento del liderazgo de Tabaré Vázquez, que vuelve a aparecer en escena y no por casualidad. Da la sensación de que en la coalición se entra en deliberación sobre los lineamientos para ver si en el futuro se llega de nuevo al gobierno. Eso se hacía en 1971, pero no ahora. El tema es que no hay juego electoral que sirva si el gobierno anda mal, y parece que al Frente sigue sin caerle la ficha de que en 2004 tuvo una votación y en 2009 otra diferente.

MG: Hubo bastantes señales de alarma. Se perdieron votos e intendencias.

OB: Perdió votos, perdió bancas en Diputados, lo que nunca había ocurrido. Perdió también intendencias que había ganado en 2005. Ésas son señales de alarma, sin contar que ganó la Intendencia en Montevideo porque prácticamente competía solo y la oposición estaba muy lejos. Lo cierto es que perdió muchos votos. Tuvo el récord que de cada cinco montevideanos, uno votó en blanco, anulado o a sectores pequeños, porque la gestión anterior fue mala.
Es claro que el Frente está recibiendo advertencias y los dirigentes no lo advierten. Perdió seis bancas en los niveles socioeconómicos medios y recuperó dos en los niveles bajos. Pero con todas las políticas que aplicó para los sectores más bajos, sólo ganó dos bancas. Por tanto, en términos de costo-beneficios, no cosechó tanto respecto a su obra. Perdió en los niveles medios y las propuestas que andan por ahí van en la misma linea que las anteriores.

MG: ¿Eso significa que seguirá perdiendo?

OB: Hay muchos datos que se van sumando y todo el mundo tiene derecho de decir con qué sector social no quiere contar, pero el problema es que el FA no resuelve eso.

MG: O sea que no tiene perspectiva de contar con ellos.

OB: Hay una dualidad, porque primero se ve cómo dirigirse a ellos y después cómo golpearlos. Con esa disociación es muy difícil trabajar. Igual el FA se está beneficiado por la actitud de la oposición, que no se ha adaptado a esta nueva forma de gobernar. El Partido Colorado comenzó un proceso de renovación en 2005, que fue muy nuevo; y el Partido Nacional está muy golpeado por varias elecciones y tiene dos estrategias: una que es golpear al gobierno y otra que es trabajar con él. Pero igual, la oposición no se ha armado bien y eso le da otro aire al gobierno. Por otro lado, hay que ver que el gobierno no ha tenido un solo tropiezo por culpa de la oposición.

MG: ¿El gobierno tropieza solo?

OB: Sí. Tiene problemas de coordinación y de liderazgos, incluso el presidente de la República lo ha reconocido.

MG: Es un panorama sombrío el que describe.

OB: No creo. Si la economía marcha bien, todo indica que esta buena situación continuará por un tiempo prolongado. Hay que llegar con viento favorable al 2013, después hay año electoral y a nadie le importa lo que suceda en el mundo durante un año electoral. Después yo veo dos tipos de problemas: los que son de fácil corrección y los que son de difícil encare. Es notorio el desgaste del presidente por hablar mucho, pero eso se soluciona fácil: basta con que no hable; eso que fue un éxito en la construcción de la figura de Mujica, hoy no es positivo. Se precisa coordinación. Toda la discusión que salió por el tema tributario la inició el equipo económico: el primero que planteó cambios a lo que se anunció en el Conrad fue el equipo económico. Entonces son múltiples los elementos de desconcierto que genera este gobierno. Tal actitud produce deterioro pero se puede corregir. Pero en lo otro hay que empezar a darse cuenta de que los planes son planes, hay que ver qué se corrige, qué se hace de nuevo y qué se reformula. Otra cosa es decir que hay que hacer todo de nuevo. Desde 1969 a 2009 se están haciendo planes de reforma del Estado diferentes. El tema no es nuevo.

MG: ¿Qué papel juega Tabaré Vázquez en todo esto?

OB: Tabaré salió muy fuerte y esa salida fortalece al gobierno y al Frente, pero lo obliga a bajar los niveles de discusión, y si eso no se hace, él puede debilitarse. Es una apuesta muy grande. Él hace esa salida en un momento importante que debía llenar un vacío. El primer mensaje fue que acá está el comandante, que no se había ido; el segundo mensaje puso orden y respaldo al equipo económico en momentos en que no se sabía qué iba a pasar. Y de alguna manera también respalda al presidente. Pero ahora tiene que construir y tener mayor intervención política.

MG: ¿Él sí tiene timing?

OB: Tiene dos grandes virtudes: el manejo de los tiempos y de la autoridad, siempre pasa que el manejo de los tiempos puede llevar al desconcierto y el de la autoridad al autoritarismo, pero él los maneja muy bien.

MG: ¿Cuál es el objetivo de proponer a Raúl Sendic a la vicepresidencia?

OB: No me parece que se estén buscando nuevos candidatos. En todo caso lo que sucedió es que, resuelto el presidente, ahora hay que discutir la vicepresidencia. Vázquez será el próximo candidato de la coalición, de eso no hay dudas. Hay altas probabilidades de que pueda acceder de nuevo a la presidencia de la República. Esto quiere decir que el Frente no tendrá problemas de liderazgo para los próximos cinco a diez años. A veces hay obsesiones con los recambios y eso puede estar mal, porque los liderazgos se crean y desaparecen en función de la gente.

MG: ¿Entonces tener a Vázquez como candidato y líder le da seguridad al Frente?

OB: Vázquez llevó la discusión a la vicepresidencia, con el agravante además de que puso a una figura para que todos lo tengan en cuenta. Pero ese nombramiento ya da señales de por qué manejó ese nombre y no otros. Para mí hay once personas en el Frente que pueden ser candidatos presidenciales, sin contar a Vázquez, pero me las guardo.

Difundido por UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias http://www.uypress.net y por Correspondencia de Prensa.