En la década de 1970 un sector de los rentistas panameños (propietarios urbanos, intermediarios comerciales y especuladores) se percató que en el negocio financiero de la banca descansaba su futuro. Guiados por la mano de las agencias norteamericanas y un grupo de abogados especialistas en la materia, convencieron al gobierno militar de aquel entonces sobre […]
En la década de 1970 un sector de los rentistas panameños (propietarios urbanos, intermediarios comerciales y especuladores) se percató que en el negocio financiero de la banca descansaba su futuro. Guiados por la mano de las agencias norteamericanas y un grupo de abogados especialistas en la materia, convencieron al gobierno militar de aquel entonces sobre las bondades del nuevo negocio. En 1972 se aprobó la Ley bancaria que tenía como meta convertir a la ciudad de Panamá en un centro internacional de transacciones financieras.
Entre 1972 y 1987 el centro bancario panameño floreció a la sombra del Canal de Panamá, la Zona Libre de Colón y, sobre todo, con la expansión de los eurodólares (o petrodólares) y el incremento exponencial del lavado de dinero producto del tráfico de drogas comandado por los centros de poder en EEUU.
En la década de 1980, otras ciudades en EEUU -especialmente Miami- quisieron apropiarse del negocio. Consideraban que la plaza bancaria panameña no tenía los méritos necesarios. Por estas razones y otras parecidas, Washington declaró culpable al gobierno militar panameño de esa época de ser narcotraficante (todavía no habían creado el eufemismo de «narcoterrorista») y poco democrático. La banca panameña sufrió una baja en los depósitos y en sus activos. Gran parte migró a Miami que creció rápidamente entre 1987 y 1990.
Lentamente, después de la sangrienta invasión militar norteamericana de 1989, la banca comenzó a recuperarse. Sin embargo, no fue hasta después del traspaso -1999- de la administración del Canal de Panamá al gobierno nacional que las operaciones bancarias en la ciudad de Panamá comenzaron a crecer con nuevo ímpetu. La política de desestabilización regional de EEUU contribuyó enormemente al despegue de la banca panameña. El financiamiento de la «guerra contra las drogas» en México, la militarización de Colombia, la guerra de «bajo perfil» contra Venezuela y los operativos en Centro y Sur América convirtieron a Panamá en un centro financiero clave.
En 2007 se sumó a todas las actividades económicas la ampliación del Canal de Panamá con una inversión de 5.250 millones de dólares. La banca panameña dejó atrás su experiencia de la década de 1980 y los especuladores piensan que llegaron al «fin de la historia». Es decir, el «emporio comercial» soñado se ha hecho realidad. Activos que alcanzan los 90 mil millones de dólares y depósitos de 60 mil millones de dólares daban pie para semejantes creencias. La utilidad del sector en 2011 fue de 1.314 millones. En 2011 se registró un incremento en las inversiones extranjeras del 18 por ciento. Un total de 2.8 mil millones de dólares. Los rentistas creen firmemente en el lema de que «Panamá es el centro del mundo y corazón del universo».
Desafortunadamente para este grupo de banqueros, que han logrado imponer sus dogmas sobre el país, el pueblo panameño no ha dejado de pelear y proponer alternativas para un país en que los trabajadores puedan tener un espacio decente para sus familias. Además, la competencia internacional considera que la avaricia de los banqueros establecidos en Panamá se pasa de la línea.
Según un diario de la localidad, la banca en otros países quiere frenar a los operadores en Panamá. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se reunirá en septiembre para «realizar un escrutinio del manejo de la transparencia fiscal en el país y sus respectivas deficiencias» (sic). ¿Cuáles son estas deficiencias?
La nota periodística señala que «una de las principales quejas de la OCDE es la existencia de acciones al portador (en el sistema panameño)… Estos instrumentos atentan contra los esfuerzos de las economías desarrolladas en su lucha contra el blanqueo de capitales, el financiamiento del terrorismo y la evasión fiscal». Parece un párrafo sacado de las arengas del Departamento de Estado norteamericano en los tiempos del general Noriega (1987-1989). La OCDE asegura que tiene las herramientas para influir sobre los países débiles para que adopten sus peticiones como «las listas negras y prohibiciones comerciales contra los países que no adopten su agenda».
No menciona que tienen el armamento militar para destruir cualquier resistencia como lo saben países como Panamá (1989). Se suman países como Yugoslavia (que desapareció), Iraq (destruida), Siria (en proceso de ser aplastada) y muchos otros.
EEUU y la OCDE insisten en que las leyes panameñas deben cambiar para favorecer las operaciones bancarias de los países (fuertes) de Europa y EEUU. (En este último país se destaca el ejemplo del estado de Delaware, que tiene un sistema bancario especializado en el lavado de dinero).
La OCDE, en un toque de humor que destaca el diario panameño, señala que la actual crisis financiera del capitalismo es el resultado de «crecientes cargas tributarias necesarias para financiar el incremento de la participación del Estado en la economía». Agrega que es «una tendencia importante en los últimos años que ha desembocado en múltiples crisis financieras en EEUU y en Europa». Los ideólogos de la OCDE viven en un mundo puesto de cabeza y creen que pueden convencer al mundo de que el sistema que los hace a ellos más ricos, mientras que el resto del mundo se empobrece, es eterno.
Marco A. Gandásegui, hijo, es docente de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) Justo Arosemena.
http://marcoagandasegui11.blogspot.com
Fuente: http://alainet.org/active/56821