David Souto Alcalde

Artículos

Hasta que la morfina patriotera e ilustrada del estado-nación se hizo con el monopolio de nuestros cuerpos y con el control de nuestras almas era más que obvio para cualquiera que las guerras no obedecen a intereses populares y que la deserción (todo lo contrario a la neutralidad o al colaboracionismo) es la única agenda revolucionaria posible para las mayorías sociales.

Imaginemos que tenemos una pera, una manzana, una pera y una manzana. Imaginemos también que mostramos estos objetos a varias personas para que nos digan qué ven y determinar cuál es su sesgo ideológico.

“Tengo ganas de joder a los no vacunados”, ha dicho Macron. Lo ha dicho como si fuera uno de esos aristócratas depravados que pueblan las novelas de Sade, en un tono jocoso, regodeándose de la vulnerabilidad de su próxima víctima, deshumanizándola para justificar la agresión.

Íñigo Errejón ha abierto la caja de Pandora de la paternidad al revelar al pueblo llano en un tweet que Marta Ortega será la próxima presidenta de Inditex, no por méritos propios, sino por ser hija de Amancio Ortega.

Historia mínima de la OMS

Hay que estar, en consecuencia, más alerta que nunca para no caer de nuevo en un fervor religioso como el que describió Polanyi que nos haga aceptar irracionalmente el mandato autoritario de tecnócratas a cambio de una engañosa seguridad.

Fascismo post-liberal

El palabro «negacionista» está sirviendo para ocultar de manera contrademocrática dos certezas con respecto a la crisis del covid-19.