Xulio Ríos

Artículos

China 2021 (III)

El significado del factor territorial en la política china no ha dejado de crecer en los últimos años. Reconocido como uno de los principales talones de Aquiles de su estabilidad, durante la saliente Administración Trump se ha afianzado también como un eje referencial de las tensiones políticas bilaterales y, en general, con los países desarrollados de Occidente.

China 2021 (II)

China iniciará 2021 con una cierta y fundada sensación del deber cumplido al hacer efectiva esa “misión histórica” de erradicar la pobreza extrema en el país más poblado del mundo.

China y la Unión Europea (UE) celebraron la 35ª ronda de negociaciones sobre un tratado de inversión bilateral entre el 6 y el 11 de diciembre. ¿Está más cerca la conclusión el acuerdo? Según algunas fuentes, Bruselas ha dado su sí con la plena conformidad de la presidencia rotatoria alemana y también del presidente galo Macron en conversación telefónica con Xi Jinping.

China 2021 (I)

Llegó a su término la Conferencia Central sobre Trabajo Económico, celebrada en la capital china entre los días 16 y 18 de diciembre. La importancia de esta cita en el calendario político ha ido creciendo en significación a lo largo de los años. En este peculiar 2020, se ha visto complementada con la celebración de la primera conferencia central sobre el trabajo relacionado con la gobernanza integral basada en la ley en la historia del PCCh, que se celebró entre el 16 y el 17 de noviembre pasado. Ambas piezas forman parte de una misma agenda que debe marcar el rumbo de China en los próximos años tanto en lo político como en lo económico.

China pisa cada vez más fuerte en el espacio. Actualmente en curso, la Chang’e–5 es la primera misión de ida y vuelta a la Luna después de los vuelos estadounidenses y soviéticos, in illo tempore. El hecho de que muchas de las operaciones asociadas a este último proyecto hayan sido retransmitidas íntegramente y en directo por los medios chinos revela sin duda el alto nivel de confianza alcanzado en su competencia y cualificación y demuestra los importantes progresos alcanzados en muy poco tiempo.

Al inicio de la pandemia, cuando todo a todos nos pilló en pañales, la irrupción de las mascarillas chinas en medio mundo fue objeto de críticas por venir acompañada de un ejercicio diplomático que visaba exhibir el poderío chino y el incremento de su influencia estratégica.

El aún presidente Donald Trump basó su estrategia política en una idea principal: la confrontación. Y la aplicó no solo en el orden interno, extremando las posturas hasta el punto de hacer asomar el increíble debate en torno a una hipotética guerra civil en suelo estadounidense, sino también en el orden internacional, cuya expresión más evidente fue la beligerancia con China.

Mientras las crisis de Hong Kong o Xinjiang gozan de una importante visibilidad en los medios internacionales, lo cierto es que un tupido velo parece haber ocultado la no menos compleja crisis en Cachemira. Podemos hartarnos de escuchar a Mike Pompeo entonando críticas a China pero elogiando al mismo tiempo a India, e incluso los pronunciamientos institucionales -también del Parlamento europeo- parecen matizar la condena entre “nuestra India” y la “rival” China.

La noticia se dio a conocer días atrás. China informaba de que los últimos y más remotos distritos del país se habían liberado de la pobreza extrema. Culmina así un largo camino de varias generaciones que permitió a cientos de millones de personas sacudirse el subdesarrollo y la miseria más oprobiosa.

La reciente firma de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, siglas en inglés) ha producido un pequeño cataclismo en Taiwán. Oficialmente se le ha querido restar importancia: estaba realmente difícil unirse a una RCEP liderada por China por lo que el objetivo debe centrarse en la participación en el Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, siglas en inglés) que lidera Japón, tras el abandono de EEUU del inicial TPP.

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