
Túnez ha sustituido a Libia como la última vía de escape hacia Europa por los miles de desplazados, tanto de África como de Medio Oriente y en menor escala de Asía Central. Tras un peregrinaje de miles de kilómetros, que en muchos casos no logran terminar muriendo en las soledades del Sáhara, perdidos o abandonados en mitad del desierto por traficantes que optaron por no concluir su trabajo, los sobrevivientes pretender llegar a algún puerto del sur del Mediterráneo a riesgo de todo por llegar a la costa europea.