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Un «populismo de derecha» saca la cara en América Latina

Fuentes: Rebelión

Como estaba previsto en anteriores artículos1 un «progresismo populista de derecha» va apareciendo en América Latina. En Cartagena se oficializó esta nueva presentación política de la Gran Burguesía Latinoamericana (trans-nacionalizada). Hizo aparición -en cabeza del presidente colombiano Juan Manuel Santos-, asumiendo la forma de un falso «regionalismo» que no renuncia a sus postulados neoliberales. Es […]


Como estaba previsto en anteriores artículos1 un «progresismo populista de derecha» va apareciendo en América Latina. En Cartagena se oficializó esta nueva presentación política de la Gran Burguesía Latinoamericana (trans-nacionalizada). Hizo aparición -en cabeza del presidente colombiano Juan Manuel Santos-, asumiendo la forma de un falso «regionalismo» que no renuncia a sus postulados neoliberales.

Es un fenómeno nuevo que tiene como factor principal que los pueblos y los trabajadores del mundo entero -y especialmente de la región- siguen girando hacia la izquierda.

Es una reacción parecida a la que asumieron los capitalistas, especialmente en Europa y EE.UU. frente al avance del comunismo y el socialismo en la primera mitad del siglo XX. Una nueva versión de «liberalismo social» ha aparecido en América Latina.

Sin embargo, la crisis económica no les permite más que diseñar planes de gobierno con exclusividad para «poblaciones vulnerables», que asumen la forma de «filantropi-capitalismo»2 como bien lo define el profesor Renán Vega Cantor. Para el resto de la población no tienen nada que ofrecer, más que medidas regresivas que agudizan la sobre-explotación del trabajo, presentadas con bombos y platillos como políticas «para la conectividad y la prosperidad».

¿Qué hacer frente a esta realidad y a este nuevo reto para los pueblos y los trabajadores de América Latina?

Tres son las alternativas posibles: Mostrarse indiferentes e incrédulos asumiendo una especie de enconchamiento que lleva al aislamiento; plegarse a su política como le está ocurriendo a algunos sectores del sindicalismo colombiano lo que significa una entrega y plena cooptación; o ponerse a la par con dicha política empujando políticas nacionalistas y de carácter social sin ningún temor ni complejo.

En Colombia

Es evidente que cuando Santos le concedió el cargo de vice-presidente a Angelino Garzón, no fue sólo una decisión coyuntural de impacto electoral sino que correspondía a la implementación de un proyecto político de más largo aliento que lo iba a separar inevitablemente de Álvaro Uribe.

El proyecto es rehacer al Partido Liberal y darle un cariz «progresista». Son innumerables las señales que van en ese sentido. Van a retomar la experiencia de México con el PRI, al cual han «modernizado» para ponerlo a competir exitosamente con el Partido de la Revolución Democrática PRD, y están asimilando (adecuando) en la forma, algunos de los planes y programas sociales implementados por los verdaderos gobiernos progresistas de la región.3

Para los sectores de izquierda en Colombia los retos son enormes. O se construye un partido progresista – el Partido de la Constitución de 1991 – con clara identidad de izquierda pero abierto, moderno, incluyente, que reivindique un nacionalismo de cara a la globalización, mantenga el énfasis social pero sin caer en el paternalismo «estatista»; o se le deja abierto el camino al Partido Liberal renovado con el «santismo» para que cope ese amplio espacio que ha dejado vacío el Polo Democrático Alternativo.

La respuesta

Negar el «viraje cosmético» que la oligarquía ha diseñado en cabeza de Santos es cerrarse a la banda. Es lo que viene haciendo el sector mayoritario del Polo Democrático Alternativo, camino por donde no deberían transitar las nuevas tendencias de izquierda que se están configurando.

Ese enconchamiento -no reconocer las diferencias entre Santos y Uribe- lleva a que finalmente los extremos se junten, y que un sector del Polo termine, aparentemente, al lado del uribismo en las críticas al actual gobierno.

Plegarse a la política de Santos es lo que ya ha hecho un sector del «centro» (los Garzones, etc.) y para donde quieren jalar algunos sectores del «progresismo» que tienen afanes burocráticos y necesidades materiales, cayendo en el oportunismo abyecto.

Si en vez de darse un nuevo tipo de reagrupamiento se produce un mayor distanciamiento entre las tendencias de izquierda que están en pleno despliegue, la configuración de fuerzas a nivel nacional tendrá, de un lado, en el gobierno al «liberalismo-santista», y en la oposición al uribismo y a la izquierda «balcanizada» en 3 o 4 fracciones.

Así la izquierda colombiana no tendrá la oportunidad de competir por ser gobierno y por ser poder en el corto y mediano plazo.

En América Latina

El mismo fenómeno puede ocurrir en América Latina. La burguesía latinoamericana (trans-nacionalizada) representada por el bloque México-Centroamérica-Colombia-Chile va a seguir tratando de jalonar a gobiernos progresistas de izquierda relativamente débiles (El Salvador, Perú, Paraguay, Uruguay) para neutralizar a gobiernos como los de Brasil y Argentina, y eventualmente confrontar con mayor fuerza a los gobiernos del ALBA.

Las nacionalizaciones de empresas españolas en Argentina y Bolivia vienen a ser las respuestas precisas y correctas a tal política. Así sean todavía medidas parciales, no propiamente «expropiaciones» como las calificó despectivamente Santos, sin embargo apuntan en la dirección correcta para obligar a los falsos «progresistas» a que se quiten su falsa careta «regionalista» y muestren ante los pueblos su verdadera faz pro-imperial.

Por ello, a los sectores de izquierda que piden en este momento medidas más extremas, que tienen que ver con renunciar al «extractivismo» o romper totalmente con el mundo globalizado (así éste sea chino, ruso o iraní) hay que informarles que la independencia y autonomía latinoamericana es realmente precaria, que no es un problema sólo de voluntad, sino que tiene que ver con la inestabilidad económica del mundo y no se puede jugar a quedar completamente aislado como sucedió con Cuba, que tenía por lo menos en 1959 el respaldo de la URSS.

Es el momento de «hilar delgado». Frente a un «neo-populismo burgués-progresista» la única alternativa es profundizar el «desarrollismo endógeno» liderado por Estados nacionalistas y democráticos que no les tiemble la mano para explotar nuestros recursos naturales -en alianza con las nuevas potencias emergentes (BRICS)-, respetando la naturaleza y los derechos de los trabajadores y las comunidades rurales comprometidas, a fin de financiar y sostener económicamente las revoluciones de independencia que están en pleno desarrollo.

Sólo así se podrá responder a una oligarquía regional latinoamericana que sólo espera un pestañear de ojos de los gobiernos revolucionarios para reafirmar su alianza imperial para recuperar lo que han perdido.

Santos juega a varias bandas, nosotros debemos jugar en la banda correcta.

Notas:

1 Ver: http://rebelion.org/noticia.php?id=146120 ; http://rebelion.org/noticia.php?id=146930

2 Ver: Renán Vega Cantor, «Ecos de la Cumbre de las Américas – Filantro pi capitalismo»: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=148502

3 Caso del programa de construcción de viviendas que se ha «inventado» Santos en Colombia recogiendo algunos componentes del Plan de Vivienda desarrollado por el presidente Lula en Brasil.

Blog del autor: http://aranandoelcieloyarandolatierra.blogspot.com/2012/05/un-populismo-de-derecha-saca-la-cara-en.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.