Desde que el obispo Bergoglio asumió el pontificado de la Iglesia católica muchos le observamos y escuchamos con esperanza, conteniendo a la vez la respiración. En momentos en que el mundo entero se llena de voces broncas que rezuman odio y agresividad, exhiben matonismo y desprecio, niegan las evidencias de las amenazas y parecen regodearse en perspectivas de autodestrucción, resulta balsámico oír la voz del Papa que se reconoce en Francisco de Asís.