Hitler fue el séptimo afiliado al Partido Nazi, movimiento que creció como la espuma durante la crisis económica que asoló a la República de Weimar en la década de los veinte del siglo pasado.
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Autores de diferentes signo coinciden en afirmar que el mundo no será el mismo a partir de la guerra en curso entre Ucrania y Rusia.
Mientras el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, continúa utilizando a su pueblo de escudo en obediencia al presidente norteamericano, la esfinge sonriente Biden que utiliza además a los casi 750 millones de europeos como escudos humanos, ya no solo para extorsionar a Rusia, sino como fin principal el de esconder su pésima presidencia sin importarle que Ucrania se inmole en su beneficio.
Vemos que la guerra entre Rusia y Ucrania sigue adelante. Se ha cumplido un mes, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al terminar la reunión con el presidente de EE.UU., Joe Biden, ha señalado que van a seguir suministrando armamento y apoyo militar a Ucrania y que han reforzado las sanciones contra Rusia.
Ucrania no es un Estado nazi, como afirma la propaganda de Putin, sino una democracia imperfecta. Pero la extrema derecha y los neonazis sí tienen un peso militar que han venido ganando en gran medida en el campo de batalla, y perjudican no a Rusia, sino a la propia Ucrania.
En principio, cabe señalar que cualquier invasión y uso de la fuerza militar, justificadas o no, son destructivas y, por tanto, condenables por suponer crímenes de lesa humanidad. De igual manera lo son los despliegues de imperialismo de cual signo, sea desde los Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia, China, o desde cualquier gobierno que pretenda romper con el ejercicio de la diplomacia tras ejercer el argumento infundado de lo bélico.
Tras la pandemia, el mundo cambia ante nuestros ojos a velocidades aceleradas. La guerra entre Rusia por un lado, y Estados Unidos y la OTAN por otro, con Ucrania como teatro de operaciones, y expresada de manera distorsionada en los medios tradicionales, pero sobre todo, en las redes sociales, anuncia la consolidación de un nuevo orden geopolítico global.
Las conversaciones de paz entre Ucrania y Rusia están en pleno apogeo y hay indicios de un posible avance. Europa tiene todo el interés en que este conflicto termine pronto, pero parece que Estados Unidos no. ¿Se impondrá la lógica de la paz?
“El plan sin plan” que parece resultarnos tan atractivo no solo genera múltiples y variados efectos perversos, sino que asienta y refuerza aún más la situación de caos.
En declaraciones a The Independent desde Ucrania, Grisha dijo que su país se está movilizando para resistir el ataque ruso. Su contribución no es unirse a la lucha en el frente, sino intensificar la batalla contra los combustibles fósiles.