Una crítica al conflicto entre Irán e Israel y a las intervenciones extranjeras

M. Tas | 

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A propósito del artículo de Kemal Burkay “La guerra entre Israel e Irán y sus posibles consecuencias”, esta reflexión examina la legitimidad de las intervenciones externas, los fracasos históricos del cambio de régimen impuesto desde fuera y la necesidad de una transformación democrática desde las propias fuerzas populares.

Marc Vandepitte | 

Mientras Donald Trump celebraba el «exitoso» ataque a instalaciones nucleares iraníes, surge la pregunta sobre los verdaderos motivos detrás de esta escalada. Este artículo revela cómo los recientes bombardeos forman parte de una estrategia más amplia y coordinada, y por qué se producen justamente ahora.

Trump Netanyahu

Hay una lección que Irán sacará de este ataque conjunto: la condición de su soberanía es tener de verdad armamento nuclear.

A la hora que todos seguimos aturdidos por las primeras salvas del conflicto entre Irán e Israel y nos confunde la posibilidad, hasta ahora distópica, de una guerra civil en los Estados Unidos. Mientras que lejos están de callar los múltiples frentes cada vez más activos en África y en Asia, continúa la hoguera birmana al tiempo que sigue pendiente la cuestión por Cachemira, entre India y Pakistán, y los roces fronterizos entre Camboya y Tailandia van en creciente. En Europa no se extingue el ya aburrido juego del gato y el ratón en Ucrania.

Luis Britto García | 

Para todos y cada uno de estos conflictos se invocan miles de pretextos, desde la defensa del capitalismo y la lucha contra el terrorismo o la droga hasta el “choque de civilizaciones”. Pero el verdadero móvil de tantas hecatombes es neutralizar potencias competidoras y monopolizar los recursos naturales y la energía

Sesión 9929 del Consejo de Seguridad

Carlos Fernández-Vega | 

Marc Vandepitte | 

Después de años de enfrentamientos indirectos, Israel ha escalado a una guerra abierta con Irán. Lo que comenzó como una serie de ataques de precisión contra objetivos militares, se perfila como parte de una estrategia mucho más amplia para debilitar al Estado iraní y reconfigurar permanentemente el equilibrio de poder en la región.

En Afganistán la división en la hasta hace poco monolítica conducción de los talibanes cada día queda más en evidencia. Lo que no consiguieron los veinte años de intervención norteamericana, parece estar consiguiéndolo el desgaste de gobernar a los más de cuarenta millones de afganos.