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Como si estuviera escrito

Fuentes: Rebelión

Como si alguien se hubiera esforzado por dejarlo escrito, lo que ocurre hoy en Argentina, Venezuela y el Perú está signado por una misma línea: la que traza el Imperio cuando tiene en sus manos la capacidad de decisión y «se siente» en un Poder que o bien ha conquistado, o está casi a punto […]

Como si alguien se hubiera esforzado por dejarlo escrito, lo que ocurre hoy en Argentina, Venezuela y el Perú está signado por una misma línea: la que traza el Imperio cuando tiene en sus manos la capacidad de decisión y «se siente» en un Poder que o bien ha conquistado, o está casi a punto de alcanzarlo. Veámoslo en concreto.

La administración Macri, en tierras gauchas, está desatada. Acosa a Telesur porque no quiere ver su imagen en las pantallas de la tv (él se siente dueño de ella), despide de un plumazo a miles de trabajadores estatales arguyendo que se trata de «burocracia», y usa armas de fuego para dispersar a manifestantes que expresan su descontento ante las primeras medidas de su gestión.

Además, claro, le declarar la guerra a las Madres de la Plaza de Mayo, a las que en los años de Videla consideró simplemente «locas» y sueña con castigarlas indultando y liberando a los asesinos y secuestradores de niños hoy encarcelados.

En respuesta, se registra a miles de argentinos combatiendo en la calle. La imagen de la espalda de una trabajadora de la ciudad de Laplata con diez orificios hechos por balas de goma en una represión del régimen, resulta patética.

En Lima, a través de la Contraloría General de la República -un ente estatal hace años en manos de funcionarios ligados a la Mafia- convoca un evento destinado a «combatir la corrupción» programando como expositores del mismo a los 5 candidatos más corruptos del escenario nacional: Keiko Fujimori, Alan García, Pedro Pablo Kuczynski, Alejandro Toledo y César Acuña, y cuyas acciones tipifican el Código Penal en todas sus variantes y modalidades.

Ante la repulsa unánime de la población, los convocantes del «foro» no tuvieron otra alternativa sino dar «marcha atrás» y abrir la puerta para que concurran al evento otros candidatos «no corruptos», a quienes originalmente se habían negado a admitir

En Venezuela, aupados sorpresivamente en el control de la Asamblea Nacional, pasan por encima del ordenamiento constitucional, se mofan de las disposiciones del Tribunal Supremo de Justicia y las desacatan; y echan de los lugares públicos en los que se hallaban, los cuadros de Simón Bolívar y Hugo Chávez Frías.

No pudieron reemplazarlos porque la «Mesa de Unidad Democrática» es plural y sus integrantes no se pusieron de acuerdo en cómo llenar el vacío dejado por el cuadro del Libertador.

Unos, quisieron ubicar en ese lugar a Carlos I de España (o V de Alemania) considerándolo el fausto del Imperio; otros, a Carlos III signándolo como el monarca del esplendor del dominio ibérico, las damas (de blanco) prefirieron a Felipe «El Hermoso» por razones obvias; y los más circunspectos a Fernando VII. Ante la falta de unidad, optaron por dejar en suspenso la decisión pertinente. La debatirán después,

Más allá de los hechos puntuales, hay que subrayar que ellos grafican lo que es capaz de hacer la reacción latinoamericana cuando tiene en sus manos la posibilidad de actuar dando rienda suelta a sus apetitos más desbocados.

No son temas del país, ni asuntos de la población, lo que los mueven a actuar, sino es la soberbia y la arrogancia, el ánimo de venganza, y el odio, el que los anima en una coyuntura como ésta. Atienden los temas del país, como quien administra su hacienda.

Es bueno que esto lo vean quienes aún dudan del peligro que implica dar Poder a estas gentes, o confiar siquiera en que a lo mejor, «ya cambiaron» y ahora «no serán como antes». En esto último, sin embargo, podrían tener algo de razón: no serán como antes. Serán peor que antes, porque por ellos hablará el miedo que los paralizó en el pasado y la insolencia de quienes se consideran «vencedores» porque apenas ganaron una ñisca del Poder.

Una lección para los peruanos, por cierto, que afrontaremos un reto inexcusable el próximo 10 de abril. Aquí, como en otros lugares de nuestro continente, la reacción mafiosa habrá de emplearse a fondo para persuadir a los electores que ellos -aunque roben- «hacen obra».

De alguna manera tuvieron ya éxito en los comicios municipales del año pasado, y esperan coronarse ahora ubicando en los primeros lugares a sus figuras más destacadas, en tanto que -como consecuencia de la dispersión- los candidatos que pudieran enfrentarlos se han atomizado y pululan en otras varias «fórmulas presidenciales» y listas parlamentarias.

Claro que no les resultará fácil lograrlo. La ausencia de unidad se debió no sólo a la impericia o al electorerismo de algunos, sino también al hecho que hubo quienes, proclamando a voz en cuello «la unidad», hicieron todo por no lograrla. Y es que era la única manera de asegurar ubicaciones orientadas a tentar curules: el oportunismo en acción.

El hecho que se hayan registrado derrotas severas en el escenario electoral, que no pueden ocultarse sino recurriendo a la mentira y al engaño, como hacen algunos; no implica que las tareas de fondo sigan planteadas. Los objetivos del pueblo, en efecto, subsisten del mismo modo que subsisten también los retos, las dificultades y los peligros.

El instinto de la población irá decantando figuras. Y poco a poco se irá perfilando en el escenario la imagen de quien asoma con capacidad de enfrentar exitosamente a la Mafia. Por lo pronto, los expertos aseguran que hay un 70% de peruanos que no aceptan a Keiko Fujimori en funciones de gobierno. Sólo falta que asome quien sea capaz de aglutinar fuerzas para vencerla.

Algo parecido pude decirse con relación al APRA. Hay casi un 80% de peruanos que detestan a Alan García por sus truhanerías y su desvergüenza. Pero no tienen aún por quién votar.

El trabajo de dispersión y desorientación desarrollado fatigosamente por la «prensa grande», finalmente ha dado sus frutos. El común de los peruanos está confundido y no saben en quién confiar. Gracias a eso, es que El Imperio y sus acólitos están en la posibilidad de «hacer de las suyas».

Tenemos, en realidad, poco tiempo por delante. Pero no hay alternativa. Nadie podría decir que la desdicha está escrita en el libro de cabecera de los peruanos; y constituye, por eso, una fatalidad ineludible.

Aún está abierta la posibilidad de dar la pelea, incluso en el plano electoral. Pero no hay que perder de vista nunca el hecho que el desafío que afrontamos es esencialmente político.

Nada está escrito, entonces, aunque así lo pareciera. La historia, la hacen los pueblos y en su vigoroso sentimiento de clase bien podemos confiar.

Gustavo Espinoza M., miembro del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.