Es evidente que el país necesita una recaudació n tributaria m ás eficiente y un control estricto del gasto con respecto a privilegios y abusos existentes en el aparto público que de ninguna manera pueden ser llamados derechos. Los datos que el último informe del Estado de la Nación arrojan son preocupantes: el incumplimiento tributario […]
Es evidente que el país necesita una recaudació n tributaria m ás eficiente y un control estricto del gasto con respecto a privilegios y abusos existentes en el aparto público que de ninguna manera pueden ser llamados derechos. Los datos que el último informe del Estado de la Nación arrojan son preocupantes: el incumplimiento tributario en Costa Rica llega al 7,75% del PIB. Sin embargo, como también lo menciona el informe, con las leyes actuales y una mejora en la fiscalización de la renta no lograrían una recaudación mayor al 1% del PIB.
En los últimos 15 años se ha venido discutiendo el tema fiscal en la Asamblea Legislativa sin llegar a acuerdos firmes y que sean sostenibles en el tiempo. Mientras tanto, la crítica situación en la que se encuentra el país sigue profundizándose y el futuro que enfrentará el nuevo gobierno que tome las riendas en las elecciones de 2018 se torna cada vez más oscuro. La falta de posiciones verdaderamente patrióticas y pragmáticas, de la mano del sectarismo partidario e ideológico que aun carcome a la alfabetizada pero poco educada clase política del país, hace que no se vislumbre un gran acuerdo al respecto.
Esto genera una serie de preguntas sobre lo que podemos hacer para mejorar nuestro sistema tributario. El mundo se encuentra en una etapa de convulsió n geoecon ómica y en estos temas podemos ver una tendencia, que ha sido resultado de la evolución natural que el mismo fenómeno de la globalización ha traído consigo en lo que respecta a la apertura de fronteras para el capital financiero y los negocios internacionales.
Esa tendencia es el sistema de renta mundial. Este consiste, en que cada persona jurí dica o f í sica que resida o est é domiciliada en este caso Costa Rica, pague los impuestos correspondientes sobre sus rentas aunque no las haya generado en el país. Ya que se parte del principio, de que por el total de sus rentas una persona es má s o menos rica o pobre, no sólo por la renta producida en el territorio nacional.
Actualmente, el sistema de renta territorial con el que contamos deja vacíos que permiten la elusión fiscal, ya que si se está domiciliado o se reside en territorio nacional pero sus fuentes de riqueza están fuera o son trasladadas al extranjero (caso de los Panamá Papers), la persona o empresa estar ía «exenta» de pagar impuestos, a pesar de que están en el país utilizando servicios públicos como todas las personas que viven en él. Todo de forma legal.
La renta mundial cierra esos portillos, haciendo que la opción de que el residente o domiciliado pueda elegir dónde ubicar sus fuentes de renta, no afecte a la Hacienda Pública, evitando que la carga tributaria más fuerte recaiga sobre quienes no puedan ni tengan posibilidad de ubicar sus ingresos fuera del país. Que por lo general son las clases menos favorecidas de la sociedad.
Quienes se oponen, dicen que esa medida va a hacer que la inversión extranjera disminuya y que el país pierda más puntos en competitividad debido a que las empresas extranjeras tendrían que pagar impuestos dobles si en su país de origen también existiera un sistema tributario similar (que por lo general sí lo tienen). O bien, si una empresa costarricense ingresa a otro país serí a gravada aqu í, mientras que una empresa extranjera que entre a Costa Rica puede generar más utilidades y no sería gravada aquí sino en su país de origen, haciendo que el país recaude menos ingresos.
Esto es falso, ya que para eso existen convenios internacionales en los que precisamente se trata de evitar la doble imposición, en los cuales a través de previos acuerdos y negociaciones entre los países parte, se llega a gravar una porción de la renta en el país de origen y otra en el país donde se está llevando a cabo la correspondiente actividad productiva. Lo que de todas formas serían ingresos con los que no contamos actualmente y que con los incentivos de los regímenes especiales (zonas francas) con los que cuentan las grandes compañías extranjeras que se encuentran en nuestro país, tampoco vamos a obtener. El mejor ejemplo de país que hace poco hizo la transición hacia un sistema de renta mundial y que a su vez es hoy el número uno en competitividad de América Latina es Chile. Estados Unidos por su parte, también cuenta con este sistema.
Otro tema importante en esa vía hacia la justicia tributaria y transparencia es el registro de accionistas. Sin embargo, sino va de la mano del modelo de renta mundial, se torna poco útil. Indudablemente, no es un tema popular que atraiga al total de la población, nunca hablar de impuestos o reforma fiscal va a ser bien visto, menos aún con los abusos de los cuales somos testigos, no obstante, es algo que debe ser debatido y cuya importancia para el bienestar de la sociedad en general es indiscutible. Es hora de ponerse de acuerdo.
El objetivo final no es afectar más a uno que a otro, sino más bien aplicar aquel principio que nos dice «cada quien debe contribuir de acuerdo con su capacidad económica», una forma de hacer cumplir el pacto social ante el cual nos comprometimos como país. Pasarnos a un sistema tributario progresivo propio del siglo XXI, donde incluso se puedan proponer otro tipo de mecanismos tributarios que faciliten la transición hacia una economía verde, es avanzar por el camino correcto y brindar mejores condiciones para el progreso social y económico de Costa Rica.
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