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Guatemala

Patria malparida

Fuentes: Rebelión

¿Cuantos países existen? Uno oficial y otro clandestino o ilegal, por supuesto. El pueblo guatemalteco siempre ha sido extranjero en su tierra y toda su historia se resume a la negación de su identidad. En el año de 1992 las grandes potencias del orbe encabezadas por España se preparaban para celebrar por todo lo alto […]

¿Cuantos países existen? Uno oficial y otro clandestino o ilegal, por supuesto. El pueblo guatemalteco siempre ha sido extranjero en su tierra y toda su historia se resume a la negación de su identidad.

En el año de 1992 las grandes potencias del orbe encabezadas por España se preparaban para celebrar por todo lo alto el V Centenario del descubrimiento de América o el encuentro de dos mundos, como intentaron bautizarlo. Con todo el descaro los descendientes de los piratas y conquistadores pretendían convertir en una fiesta el genocidio y destrucción de un Nuevo Mundo. Por tal motivo el gobierno español tiró la casa por la ventana organizando la Expo Universal de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona.

Aunque también es cierto se desarrollaron actos de repudio y de condena como una gran marcha de protesta patrocinada por las asociaciones de Paz y Justicia y de derechos humanos de Centroamérica, México y Estados Unidos a la que me sumé. En el mes de diciembre de 1991 partimos desde Ciudad de Panamá un grupo de estudiantes, profesores, teólogos, cristianos de base, filósofos, ecologistas, pintores, poetas, monjes budistas, evangélicos, metodistas, cuáqueros, de países tales como Austria, EEUU Japón, Argentina, México, Nicaragua, Panamá, Colombia y España con la intención de recorrer a pie los 9000 mil kilómetros que nos separaban de Washington, la capital del imperio.

Durante esos nueve meses de viaje visitamos más de doscientos pueblos y ciudades donde diariamente realizábamos exposiciones, conferencias y conciertos dedicados a reivindicar la memoria de las víctimas del expolio y la esclavitud. Gracias al apoyo que nos brindaron las comunidades campesinas, indígenas y negras, las alcaldías, universidades, colegios, sindicatos, iglesias, parroquias conseguimos llevar a cabo tamaña empresa.

Ni que decir tiene que vivimos experiencias inolvidables y bastante aleccionadoras porque transitando por esos intrincados caminos comprobamos que 500 años después la conquista y colonización de nuestro continente continuaba con mayor saña. Muchas veces cubiertos de polvo y derretidos bajo un sol abrazador; en otras empapados por las tormentas hundiéndonos en el barro contemplábamos el rostro de una humanidad excluida y olvidada que jamás había sido protagonista de su historia. Por ese entonces la guerra en el Salvador y Guatemala se recrudecía, en Nicaragua la oposición al sandinismo gobernaba el país, las tropas americanas aún permanecían en Panamá tras haber expulsado a Noriega, en México gobernaba el corrupto de Salinas de Gortari que iniciaba su proyecto neoliberal de privatización del estado, en los EE.UU Bush padre se erigía como el adalid de la guerra preventiva,en fin, el panorama no era nada alagueño: la pobreza crónica, el despojo de la tierra, el hambre, el analfabetismo y la exclusión social empujaba a millones de desheredados a emigrar; primero a las grandes ciudades y luego al extranjero en procura de un futuro más promisorio.

La marcha tal y como estaba programado arribó puntualmente a Washington el día 12 de octubre de 1992. Allí nos dieron la bienvenida delegaciones de la mayor parte de los pueblos indígenas de América, activistas de derechos humanos, distintas ongs y asociaciones de Paz y Justicia de todo el continente. Frente a la Casa Blanca realizamos una multitudinaria manifestación de rechazo al Colombus Day, para más tarde dirigimos hacia las escaleras del Capitolio donde se tenía programada una sentada y distintos actos de desagravio y homenaje a las comunidades indígenas, negras y campesinas por su inquebrantable y heroica resistencia.

Uno de de los países que más me llamó la atención en el recorrido fue sin lugar a dudas Guatemala, la tierra del genial escritor Miguel Ángel Asturias al que en mi juventud leí con devoción. El autor de Hombres de Maíz, el Papa Verde o las Leyendas de Guatemala supo traducir como ningún otro ese mundo mágico y primitivo del que hemos sido despojados y tanto precisamos reivindicar. Quauhtlemalan o «el lugar de muchos árboles», un país poseedor de una esplendorosa geografía plagada de volcanes en actividad, cordilleras eternamente nubladas y frondosas selvas tropicales; la cuna de la civilización Maya y santuario del mítico quetzal, el pájaro de la libertad. Es increíble que un país tan pequeño existan 23 etnias entre Mayences, Garifunas y Xinkas, que hablan otras tantas lenguas y dialectos propios. A partir de entonces, siempre guardé un grato recuerdo de mi paso por Guatemala; sus rituales religiosos, los mercados,sus comidas, el colorido de los trajes indígenas, los huipiles, sus bellísimos tejidos y, sobre todo, la sencillez y amabilidad de sus pobladores.

Nuestro caminar por esa tierra fue un verdadero terremoto para nuestras conciencias. En las ciudades y pueblos que visitamos como Chichicaztenango, Hueguetenango, Cuilapa, Amatitlán o la Mesilla, las gentes no se cansaban de repetir los relatos de horror y la barbarie que tuvieron que sufrir durante 36 años de guerra civil que asoló el país. Las fuerzas armadas, en nombre de la paz y el orden, desataron un holocausto que dejo más de 100.000 muertos, 40.000 desaparecidos, 200.000 huérfanos, 80.000 viudas y un número indeterminado de niñas y mujeres violadas.

Para combatir a la guerrilla del URNG los militares aplicaron la táctica de tierra quemada, es decir, a bombazos y metralla había que cortar de raíz la mala hierba y no tenían compasión ni de bebés, niños, jóvenes o viejos. Todos eran culpables y cómplices de los subversivos comunistas. Aún no se conoce a ciencia cierta la magnitud de ese genocidio que supera los límites de la razón humana. Las autoridades han creído que con bonitos discursos, lanzado palomas al cielo o levantado monumentos a los caídos se iban a cicatrizar las heridas. Resignación cristiana que en el juicio final Dios condenará a los culpables. Estos trágicos sucesos han dejado una marca indeleble en el inconsciente colectivo de los guatemaltecos y van a tener que pasar varias generaciones para exorcizar los sentimientos de odio y de venganza.

Y no fue hasta diecisiete años después que atendiendo una a la invitación para participar en un encuentro de realizadores de documentales promovido por la Defensoría Maya que pude regresar otra vez. Cuando llegué al aeropuerto de la Aurora procedente de Madrid y puse el pie en tierra guatemalteca supe de inmediato que muy pocas cosas habían cambiando. Aunque la guerra entre los militares y la guerrilla de la URNG se finiquito con la firma de los tratados de Paz Firme y Duradera en 1996, hoy existe una guerra no declarada por las maras y la delincuencia común sin más ideología que cobrar un buen botín en los asaltos, extorsiones y secuestros.

De inmediato me advirtieron que tuviera cuidado con andar por las calles pues mi pinta de extranjero, mochila al hombro y cámara fotográfica terciada en el pecho era una provocación. Hay que ser muy precavidos pues en algunas zonas de la ciudad uno se juega literalmente la vida. En todo caso yo no soy una de esas personas que se atrincheran en un hotel a ver televisión o a conectarse al internet así que de inmediato me puse a patear las calles.

El encuentro fue una buena oportunidad para saludar a viejos amigos como Herbert Reyes, o Moud Dampne de Francia, comprometidos en cambiar una sociedad cada día más embrutecida y alienada. También conocí a un grupo de documentalistas integrado por Raúl Urizar, Pedro Antillón, Luis Albizures y Karina Fuentes Kemp con los que desarrollamos un proyecto experimental sobre la Guatemala de hoy.

En los debates que tuvimos con mis compañeros surgió la idea de escribir este ensayo sobre Guatemala. A sus primitivos pobladores les han robado hasta el alma, desde el mismo nacimiento son extranjeros en su propia tierra y toda su historia se resume en la negación de su identidad. ¿Cuántos países existen? Hay uno legal y oficial que se le conoce como República de Guatemala; y hay otro clandestino y sin nombre que firma con el dedo índice y a la fuerza tiene que integrarse en esa patria malparida chupasangre.

Al finalizar el taller algunos compañeros me invitaron a visitar una de las regiones quizás más hermosas del planeta: el lago Atitlán, en el departamento de Sololá. A orillas de este lago de aguas color azul turquesa, llamado también el «ombligo del universo» habitan los indígenas Tzutujiles que se dedican a la pesca y la agricultura. Cuando los conquistadores españoles exploraron estas tierras fundaron 12 pueblos con los nombres de los 12 apóstoles convencidos del carácter celestial de su descubrimiento. Pero lo que uno no se puede irse sin dejarle una ofrenda Maximón, una especie de ídolo pagano surgido de la unión entre los dioses Mayas, el conquistador Pedro de Alvarado y Judas, que goza de una inmensa popularidad entre las clases marginales de todo el país. Infortunadamente la cultura Tzutujil va perdiendo a pasos agigantados sus señas de identidad pues sufre la insoportable agresión de la sociedad mestiza guatemalteca. Con tan sólo decir que en el pueblo de Santiago de Atitlán, de poco más de 25.000 habitantes, existen más de cuarenta sectas cristianas y evangélicas que manipulan las conciencias y gobiernan las almas a su antojo.

Actualmente Guatemala se ha convertido es una escala obligada del narcotráfico. Hasta tal punto que los millones de dólares que mueven las mafias han corrompido las instituciones y los organismos gubernamentales. Aunque quizás el fenómeno de las maras sea el más estremecedor pues su sangriento actuar mantienen en vilo a buena parte de la ciudadanía. Los pandilleros se han tomado las calles y cobran un impuesto a los transportistas y comerciantes, que si no pagan con puntualidad, corren el riesgo que les corten la cabeza o los cosan a balazos. Los asesinatos, los plagios, las violaciones, los asaltos a autobuses son el pan nuestro de cada día. La gente aterrorizada compra armas y trasforman sus hogares en cárceles como única alternativa para defenderse de los hampones. En este río revuelto las empresas de seguridad son las que obtienen los mayores beneficios. Nadie confía ni en la policía o en los militares ya que en diversas oportunidades se ha demostrado que mantienen alianzas con la delincuencia organizada.

Mi amigo Herbert Reyes me comentó que jamás había visto a las seis de la tarde el centro de la ciudad totalmente vacío. Pareciera que estuviéramos en en estado de sitio, el miedo se palpa en el ambiente y un silencio fúnebre nos sobrecoge. La gente no quiere arriesgarse pues sabe que el diablo anda suelto y por unas sucias monedas son capaces de asesinarte.

En los kioskos los crímenes y asesinatos copan las primeras páginas de la prensa amarilla. La sangre atrae a gran cantidad de lectores que desde primeras horas de la mañana consumen su dosis diaria de morbo y muerte. Amparados por el derecho constitucional a la libertad de expresión las revistas pornográficas se venden como pan caliente. Hace parte de la idiosincrasia del pueblo al que se le educa desde la más tierna infancia a punta de bala y sexo. Luego en sus hogares rematarán la jornada frente al televisor donde les aguardan más sicarios, cadáveres, torturas y suicidios. Menos mal que por la tarde se podrán relajar un poco con una variada oferta de telenovelas, películas de guerra, ninjas o karatecas. Sin que falte, por supuesto, el monstruoso bombardeo publicitario que es el verdadero protagonista de la programación. A este ezquizofrénico cóctel el toque espiritual se lo ponen las sectas cristianas y evangélicas. Es el negocio más próspero y floreciente. Incluso hay templos tan grandes como estadios de fútbol que en los días de culto se ven abarrotados de fanáticos. La gente más humilde y pertenecientes a los estratos más bajos de la sociedad vienen a rogarle a Dios un milagrito: que les cure sus enfermedades,que consigan trabajo, que se ganen la lotería, o que les separen un cupo en el cielo. No sin antes, eso si, cancelar el respectivo donativo en dólares, oro o joyas para que los predicadores hagan realidad todos sus deseos.

No se puede hablar de crisis económica en un país que desde su origen está en crisis. Medir este índice de es muy fácil pues tan sólo basta con observar como en las cantinas la clientela ha aumentado considerablemente. El alcoholismo es la única vía de escape para atenuar la impotencia y la frustración. Como la mayor parte de las economías latinoamericanas la guatemalteca obedece a los dictados del FMI y las fluctuaciones de las bolsas internacionales. El desempleo golpea a la mayoría de la población que no le queda más remedio que engrosar las filas de la economía informal. El centro de la capital es un inmenso bazar y las calles se ven invadidas de tenderetes donde los vendedores ambulantes ofrece una variada gama de mercancías de contrabando.

En los últimos años el crecimiento de la Ciudad de Guatemala ha sido espectacular y con sus casi cuatro millones de habitantes se ha convertido en una urbe caótica y contaminada. El tráfico es insoportable y en las horas punta los embotellamientos pueden alcanzar kilómetros de distancia. Los barrios marginales se multiplican por doquier tachonando el paisaje de tugurios o casitas construidas con restos de madera, cartón, plástico y techos de calamina. Pero quizás lo más vergonzoso sea el caso del basurero de la zona 3 donde miles de familias se disputan el territorio con las ratas y gallinazos en una lucha sin cuartel por la supervivencia.

Como suele suceder en tantos otros países de América Latina los militares son los que tutelan la «democracia». Ese ha sido históricamente su papel y junto a la oligarquía criolla se reparten el poder en un sano ejercicio de respeto mutuo. Además los votos tienen la gran virtud de indultar delincuentes, tal y como sucedió en las últimas elecciones cuando el dictador Ríos Montt salió elegido senador por el partido Frente Republicano Guatemalteco. Este predicador de la Iglesia del Verbo apela a su condición de iluminado y mensajero de Jesucristo para justificar sus actos criminales. Él y los generales Fernando Romeo Lucas y Oscar Humberto Mejía, planificaron y ejecutaron los más sanguinarios y execrables crímenes en contra del pueblo guatemalteco. Para colmo Ríos Montt ha sido nombrado Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de la República. Su ideología se fundamentaba en tres pilares: Techo, Trabajo y Tortillas, además fue el fundador del CREA Fusiles y Frijoles, y del PAC Patrullas de Autodefensa Civil. La cúpula militar de finales de los años setentas y principios de los ochentas está implicada directa e indirectamente en más de 667 masacres y la destrucción de 443 aldeas. Como el dictador Ríos Montt goza de inmunidad parlamentaria, los procesos en su contra han quedado congelados.

Cuando la guerrilla del URNG entregó las armas y se desmovilizó tras los tratados de Paz firme y duradera del año 1996 en contrapartida los comandantes recibieron sustanciosas prebendas tales como puestos oficiales, cargos diplomáticos, sueldos en dólares, bonitas residencias. Hoy escoltados se pasean en lujosas camionetas todo terreno por las zonas más exclusivas de la ciudad, sus hijos estudian en el exterior y sus negocios van viento en pompa. Bien trajeados y gorditos no faltan a las reuniones en palacio de gobierno donde se codean de tú a tú con sus antiguos enemigos. La izquierda es un rompecabezas difícil de armar pues hay muchos intereses creados y no existe una estrategia clara todas son ambigüedades; algunas veces se declaran socialdemócratas y en otras llaman a seguir la lucha revolucionaria. Un buen ejemplo es el apoyo que recibió el actual presidente Colom, un empresario defensor del sistema de explotación de las maquilas, por parte de la ANN (facción «izquierdista»). Lo cierto es que en las elecciones del año 2007 los partidos de la Alianza Nueva Nación URNG Maíz Compromiso con el Pueblo obtuvieron unos pésimos resultados y su representatividad es casi nula.

Otro de los casos más espeluznantes y que todavía está por esclarecerse es el asesinato de Monseñor Gerardi. «El Mártir de la Verdad», como se le conoce, era el director de la Oficina de los Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala y defendía la tesis que la paz y la reconciliación del país sólo llegaría a través de la verdad, la recuperación de la memoria histórica y la reparación de las víctimas. Él se encargó de coordinar la investigación sobre las violaciones de los derechos humanos en esos macabros años de la dictadura. A los pocos días de entregar las conclusiones del informe, que señalaban al estamento militar como el máximo responsable, Monseñor Gerardi fue vilmente asesinado a la salida de la casa parroquial en la iglesia de San Sebastián. Una vez más se utilizó el método más sencillo para que siga reinando la impunidad.

La vida da muchas vueltas y hasta la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchu se ha aburguesado ¡Quién lo iba a pensar! Cuando el terrateniente Oscar Berger ostentaba la presidencia de la república 2004-2008 no tuvo ningún reparo en aceptar el puesto que le ofreció de Embajadora de la Paz y presidenta del Programa de Lucha Contra el Hambre. ¡Qué escándalo! Rigoberta, una funcionaria de altos vuelos y encima así de gorda y rozagante. No sé como ha podido presentarse en esas comunidades donde los niños famélicos claman por un mendrugo de pan. Buena parte del movimiento indígena la califica de traidora y cuando quiso lanzarse a la presidencia de la república, fracasó en el intento pues no obtuvo el respaldo de sus hermanos. Es algo incomprensible, no se sabe muy bien porqué suceden estas cosas, ella que ha sido tan beligerante y una infatigable defensora de los derechos humanos, que ha vivido en carne propia toda la represión, la tortura y asesinato de sus familiares, -recuerden el triste suceso de la embajada española donde su padre murió quemado vivo, ella que llevó a los tribunales de la Audiencia Nacional española a la cúpula militar acusándola de genocidio, hoy se exhibe ataviada con su traje típico en la pasarela de los mejores restaurantes y comparte la mesa con los verdugos. Esgrime el justificante del perdón y cuenta nueva. Rigoberta tan crítica con el neoliberalismo sin que le temblara la mano firmó un contrato, a través de la fundación que lleva su nombre, con la conocida multinacional farmacéutica mexicana Dr Simi para expandir sus negocios en el territorio guatemalteco. Está visto que los fondos que obtiene de la ayuda internacional le rinden muy buenos dividendos.

Es paradójico que en un país de mayoría indígena éstos tengan tan escasa representación en el ámbito político, cultural y económico. Las comunidades se encuentran completamente divididas y manipuladas por intereses partidistas y religiosos. Su destino sigue siendo la mismo de la época colonial: ser bestias de carga y siervos de los criollos o ladinos. Porque en Guatemala funciona el apartheid, es un país en esencia racista que glorifica todo lo que sea blanco y desprecia lo autóctono. Hasta en la estadísticas oficiales se intenta rebajar el número de indígenas disfrazándolos de mestizos. De este modo se quitan de encima esa incómoda tarea de preservar la diversidad cultural. Ahora todos somos guatemaltecos, vestimos igual, comemos lo mismo, hablamos la misma lengua y somos los mejores consumidores. Pero si hiciéramos un examen genético a conciencia nos daríamos cuenta que el 85 por ciento de la población es de origen maya.

Para nadie es un secreto que la estabilidad económica de Guatemala depende de las remesas que envían puntualmente los millones de emigrantes que residen en los Estados Unidos. Canadá y en otras partes del mundo. Este ultimo año han alcanzado la cifra de 3605 millones de dolares, que equivale al 50 % del PIB. Rubro que contribuye en buena medida a contener el estallido social y aliviar la penosa situación en que viven millones de familias cuyos ingresos no les alcanza ni para pagar los servicios básicos.

Hace unas semanas el presidente Colom se vio obligado a declarar el estado de emergencia nacional pues según un estudio el hambre asola a unas 4000 comunidades que habitan en zonas rurales. ¡Es vergonzoso! aunque hayan productos para surtir la cesta familiar no hay plata con que comprarlos. En muchas zonas la sequía provocada por el Niño ha echado perder los cultivos, falta el maíz y los frijoles que son la base de la alimentación del pueblo. Como moscas van cayendo los más débiles; los niños y los ancianos ante la indiferencia de las autoridades. La desnutrición crónica afecta al 50% de los niños guatemaltecos menores de 5 años. Si persiste el fenómeno se prevee una catástrofe humanitaria sin precedentes. Es increíble que ocurran estas cosas pues Guatemala es un país rico en recursos naturales. El problema es el reparto de la tierra ya que las más fértiles pertenecen a los capos y terratenientes que las vienen dedicando al narcotráfico o a la siembra de palma africana y caña de azúcar para la obtención de biocarburantes

En las fechas de mi visita aconteció algo inaudito: fue el asesinato de Rodrigo Rosemberg quien dejó grabado en un vídeo, que dio la vuelta al mundo, su postrer despedida. Desde el más allá declaró: si usted esta viendo este mensaje, es porque fui asesinado a continuación culpó al presidente Colom, a su esposa y a su secretario personal de su muerte. Al parecer no quiso ser cómplice de los desfalcos millonarios, el desvió de fondos públicos y lavado de dinero sucio producto del narcotráfico que se realizaba a través del Banco de Desarrollo Rural. O tal vez no le pagaron el dinero que él exigía para mantener la boca cerrada ¿quién sabe? Lo cierto es que se desató tal escándalo que la oposición salió a las calles a exigir la renuncia del presidente. Al final la justicia tendrá que pronunciarse y lo más seguro es que por falta de pruebas con el tiempo se archive el caso.

Si de algo puede jactarse Guatemala es el de ser el paraíso de las Ongs. La miseria como la madera, el petróleo o el banano también se explota y es un filón inagotable que arroja unos beneficios extraordinarios. Los organismos de cooperación para el desarrollo de EEUU, Canadá, la Unión Europea o Japón vienen promoviendo mil y un proyectos que no hacen más que obstaculizar el surgimiento de iniciativas populares que rompan las cadenas de la dependencia.

El día anterior a mi partida fui invitado en compañía de un grupo de periodistas a visitar en el preventivo de la zona 18 a Ramiro Choc, un líder indígena condenado por invadir tierras y rebelarse contra el régimen feudal vigente. Caso que ha levantado una gran polémica a nivel nacional e internacional.

La fiscalía nos otorgó un permiso especial para entrevistarlo en una de las oficinas de la cárcel. Ramiro llegó escoltado por varios guardianes y nos saludó afectuosamente estrechándonos la mano con firmeza. Él es un hombre joven de unos treintaicinco años poseedor de un gran carisma y personalidad. Sentado en uno de los escritorios donde se acumulan los legajos de los prontuarios pausadamente comenzó a narrarnos su caso que bien podríamos encasillar en un capítulo más de las novelas del realismo mágico.

Yo nací y crecí a orillas del el lago de Izabal en el seno de una familia perteneciente a la etnia Quekchi. Desde muy niño me di cuenta que algo extraño acontecía en la región pues cuando bajaba por el rió en canoa con mis padres, en aquellos tiempos cuando el conflicto armado guatemalteco era más intenso, veía cadáveres que arrastraba la corriente todos podridos y descuartizados.

En ese entonces yo no comprendía nada de esas cosas. De repente por la noche se escuchaban bombazos y a la mañana siguiente amanecía la tierra sembrada de muertos. Estas ingratas experiencias marcaron mi juventud y al final me convirtieron en un dirigente campesino comprometido con mi pueblo.

Hermano, yo era un borracho pero logré cambiar mi rumbo. El indígena no tiene posibilidades de superarse, la ignorancia, el racismo y el complejo de inferioridad son difíciles de vencer.

El departamento de Izabal está situado al nororiente del país y es una región de una inmensa riqueza natural. De ahí que los hacendados, militares, políticos y compañías multinacionales quieran meterle mano.

En la adolescencia comencé a trabajar en la parroquia de Estor, donde los curas de la teología dela liberación tomaron partido por los campesinos de las comunidades. A muchos los terratenientes y militares les robaron sus fincas y no quedaba otra que reclamar la justa restitución de las mismas. Gracias a la labor desarrollada con la iglesia obtengo el reconocimiento por parte de la CONIC (Consejo Nacional Indígena y Campesino) pues vieron en mi un hombre entregado día y noche a la defensa de nuestros derechos. En Izabal un grupo de ancianos Quekchis, ante los constantes ataques que sufría el territorio, deciden formar un nuevo movimiento para proteger los intereses de la etnia. En una multitudinaria asamblea por mayoría deciden nombrarme líder de la organización Encuentro Campesino. Poco a poco me voy convirtiendo en un personaje incómodo para los intereses de los poderosos que bajo la mirada complaciente del gobierno central pretenden apoderarse de nuestras propiedades.

Las fuerzas del orden me tenían marcado y prepararon un plan para eliminarme. El día 14 de febrero de 2008 cuando viajaba en un bus interurbano Litegua varios soldados nos dieron el alto al cruzar el puente sobre el rió Dulce. Presurosos entraron al bus a pedirle los papeles a los pasajeros y en ese instante comprendí que era a mi a quien buscaban. Disimuladamente saque mi teléfono célular e hice una llamada a mis compañeros para alertarlos sobre lo que estaba ocurriendo.

-Averigüen mi paradero porque unos soldados me están bajando aquí en el puente.

A empujones me subieron en un carro y me trasladaron a un escampado para interrogarme. A punta de patadas uno de mis captores me recriminó:

-Cerote, dónde tenés las armas

-¿Qué armas? yo no llevo nada. Si quieren revisen, los encaré.

Un militar se puso a registrar mi mochila y sacó una bolsa en la que llevaba pescados, un libro de Engels, mi agenda y la Biblia. Sin mediar palabra me obligan a subir a un carro patrulla para trasladarme a otro lugar donde yo suponía me iban a ejecutar.

No me quedaba otra que jugarme la última carta

Les dije que había alcanzado a llamar a mis familiares y amigos por teléfono y que en esos momentos estaban buscándome. Que si me pasaba algo, esto iba a ser un escándalo internacional.

Mentira -replicó un soldado. Nervioso un oficial sacó de mi mochila el teléfono celular para comprobar si era cierto lo que decía.

-Es verdad, el cerote llamó hace poco.

Esta contrariedad obliga a los soldados a comunicarse con sus superiores para contarles la nueva situación negándose a seguir con el plan establecido. Entonces reciben la orden de llevarme a Puerto Barrios. Pero cuando estamos en marcha vuelven a llamar por teléfono y se desvían con dirección a Santo Tomás de Castilla.

En un lugar secreto los secuestradores me amarran a un árbol mientras deciden que van a hacer conmigo. Sin saber porqué las cosas se complican pues se hace presente la policía, que aunque está implicada en la trama, ahora quiere lavarse las manos.

En medio dela confusión un hombre con chaleco del MP aparece en la escena vociferando a sus subordinados.

-Qué putas mucha, ¿por qué no hicieron esa mierda?

Es un fiscal de la MP que enloquecido me ofende.

-vos sos un invasor, verdad, hijo de la gran puta.

Yo niego fríamente dichas acusaciones causando la furia de mis captores. El fiscal malhumorado se dirige a los policías:

-A este cerote hay que hundirlo ¡Llevémoslo!

Todavía no comprendo porque se produce el milagro y soy conducido al juzgado de Puerto Barrios donde al menos puedo respirar tranquilo pues he salvado el pellejo.

En Puerto Barrios me recibe el juez y dos secretarias para informarme que había sido denunciado como terrorista por los funcionarios de la Conap. Fuera de la audiencia cientos de personas de las aldeas de Livignston se manifiestan reclamando mi liberación.

Tras pasar seis meses en la cárcel sin que se me notifiquen los cargos que pesan en mi contra un buen día soy trasladado a la Corte donde un juez me pone al tanto de los delitos de que se me acusan: robo agravado, detención ilegal, asalto a estaciones de PNC, usurpación de tierras y rebelión. Evidentemente esos cargos se los inventaron las autoridades. Tras un dilatado proceso soy declarado culpable y se me condena a pagar a 8 años de prisión en el preventivo de la zona 18 en la capital.

Los guardias nos advierten que el tiempo de la entrevista a terminado. Antes de retirase a su celda Ramiro Choc vuelve a repetirnos que él ha sido secuestrado por el estado de Guatemala, que él es un preso político, que todo es una burda mentira.

-Soy víctima de una confabulación urdida en mi contra por las compañías mineras, los petroleros, madereros, productores de palma y de caña que presionaron a los jueces para que me condenen. Dicen que soy el cabecilla de un grupo armado que invaden tierras en áreas protegidas cuando la verdad es que nosotros siempre hemos vivido allí. Gentes del gobierno, los militares, el hijo del ex presidente Berger, el tío del actual presidente Colom son los causantes del despojo junto a las mineras de Izabal EXMIBAL que desde los años ochentas, contando con el apoyo delos gobierno militares, desplazaba o exterminaba las comunidades

Ellos han arrasado con miles de hectáreas de monte virgen para consolidar sus proyectos expulsando a los campesinos. Cuando se hacen las denuncias ante la Conap (Consejo Nacional de Áreas Protegidas) los funcionarios contestan que todo esto fue arreglado desde la capital.

Mi mensaje no es sólo para los indígenas sino para todos los guatemaltecos, en especial, a los jóvenes: no podemos permitir que vengan a robar nuestras riquezas, las multinacionales no tienen escrúpulos y roban a destajo. Nosotros en un futuro si quisiéramos podríamos industrializar el níquel, el oro, la plata, el petróleo. Pero para ese entonces ya no habrá nada. Nuestros hijos nos verán como unos traidores que no tuvimos el valor de defender nuestro patrimonio. Lo nuestro hay que cuidarlo, toca abrir los ojos y luchar en conjunto que es lo que estos grupos no quieren que hagamos. Ya dejen de dividirnos, la conquista ya pasó y hoy somos una nación libre. Si no defendemos nuestros recursos nuestra supervivencia está en peligro.

Los carceleros cierran las puertas de ingreso a los pabellones de alta seguridad y Ramiro Choc.

Vuelve a sonreír una vez más levantando su puño en alto en señal de rebeldía.

Cuenta una leyenda que tras la llegada de los conquistadores el pájaro quetzal dejó de cantar y no volverá a hacerlo hasta que el Dios blanco abandone el territorio Maya.

Carlos de Urabá. Investigador de Colombia

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.