Finalmente, después de muchos anuncios y alertas, abiertamente Togo se ha convertido en una nueva víctima de las khatibas wahabitas que, desde la descomposición del Estado libio -el único dique de contención al fundamentalismo que existía en el norte de África hace más de una década- comenzaron una gran ofensiva en el norte de Mali, pasado después a tener una presencia importante en Níger y a desbordarse de manera absoluta en Burkina Faso, desde donde se proyectaron al Golfo de Guinea como siguiendo la ruta de harmattan, el viento del Sahara que cada año viaja hacia el sur, hasta la costa, sofocándolo todo.