
En el Bagdad previo a la invasión estadounidense de 2003 los periodistas trabajábamos sin respiro durante el día. Por las noches, tras recabar información y enviar nuestras crónicas, nos reuníamos en alguna habitación del hotel Al Rashid para compartir impresiones, hacer conjeturas sobre el futuro inmediato e intercambiar ideas y planes ante posibles riesgos venideros.