Ángel Guerra Cabrera | 

En Estados Unidos priman las condiciones ideales para el florecimiento de líderes demagógicos, puesto que el Partido Demócrata le ha vuelto la espalda a la clase obrera blanca.

Sería más esclarecedor si quienes hablan de «repúblicas bananeras» reconocieran que tanto Trump como las «repúblicas bananeras» de América Central son productos del poder y el militarismo de Estados Unidos.

Jorge Majfud | 

Síntesis para comprender los eventos en Estados Unidos desde su raíz

No hay tal cambio de época, solo un cambio de matiz pues el Partido Demócrata -al igual que el Partido Republicano- sirve a los intereses estratégicos del capital, las empresas y la clase dominante estadounidense.

El neoliberalismo, impuesto a sangre y fuego desde la presidencia de Ronald Reagan en la década de 1980, benefició a una pequeñísima elite en detrimento de las grandes mayorías.

Marc Vandepitte | 

El 6 de enero presenciamos escenas en Washington reservadas normalmente para las repúblicas bananeras. No se trataba de un último intento para salvar la presidencia de Trump, como algunos piensan, sino del comienzo de un período violento y turbulento en la historia de los Estados Unidos. El analista político Marc Vandepitte resume los hechos y mira hacia el futuro.

La teoría del caos, aplicada a las ciencias sociales ha sido de gran utilidad a los gestores imperialistas e ideólogos prácticos de la guerra de cuarta generación, que incluye las guerras híbridas en desarrollo, para reconfigurar el nuevo orden global bajo la hegemonía y tutela del poder de los EE.UU., acto seguido a la destrucción en 1991 de la Unión Soviética.

Cornel West subrayó que esta nación es un experimento democrático dentro de un imperio construido sobre la destrucción de los pueblos indígenas, la esclavitud de africanos, los inmigrantes y la explotación de los trabajadores.

Mike Davis | 

Los sacrilegios de ayer en nuestro templo de la democracia –¡oh, pobre mancillada ciudad sobre la colina!, etc.– fue una «insurrección» tan solo en versión de humor negro.

El patético espectáculo del Capitolio deja una lección: no hay democracia inmune. Lo experimentado por los miembros del Senado en Estados Unidos ha sido una muestra breve e ilustrativa de lo provocado por esa poderosa nación en otras alrededor del mundo.