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El ‘fracking’ estadounidense solo puede sobrevivir si el precio del barril de petróleo sube mucho. Y eso depende, en buena medida, de las decisiones que tome Teherán
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A propósito del artículo de Kemal Burkay “La guerra entre Israel e Irán y sus posibles consecuencias”, esta reflexión examina la legitimidad de las intervenciones externas, los fracasos históricos del cambio de régimen impuesto desde fuera y la necesidad de una transformación democrática desde las propias fuerzas populares.

Mientras Donald Trump celebraba el «exitoso» ataque a instalaciones nucleares iraníes, surge la pregunta sobre los verdaderos motivos detrás de esta escalada. Este artículo revela cómo los recientes bombardeos forman parte de una estrategia más amplia y coordinada, y por qué se producen justamente ahora.

Hay una lección que Irán sacará de este ataque conjunto: la condición de su soberanía es tener de verdad armamento nuclear.
A la hora que todos seguimos aturdidos por las primeras salvas del conflicto entre Irán e Israel y nos confunde la posibilidad, hasta ahora distópica, de una guerra civil en los Estados Unidos. Mientras que lejos están de callar los múltiples frentes cada vez más activos en África y en Asia, continúa la hoguera birmana al tiempo que sigue pendiente la cuestión por Cachemira, entre India y Pakistán, y los roces fronterizos entre Camboya y Tailandia van en creciente. En Europa no se extingue el ya aburrido juego del gato y el ratón en Ucrania.

Para todos y cada uno de estos conflictos se invocan miles de pretextos, desde la defensa del capitalismo y la lucha contra el terrorismo o la droga hasta el “choque de civilizaciones”. Pero el verdadero móvil de tantas hecatombes es neutralizar potencias competidoras y monopolizar los recursos naturales y la energía