Las profecías sobre el “Nuevo Siglo Americano” han quedado atrás y la reemergencia de la República Popular China, no solo como potencia económica sino también como actor global, es incuestionable.
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La invasión rusa de Ucrania es una muestra de su imperialismo. Pero el imperialismo es también una estructura del espacio mundial dominada por unos pocos países que se apoyan de forma particular en su poder económico y en sus capacidades militares.
El Thingyan es el acontecimiento cultural más importante de Myanmar, marcado por oraciones, limpiezas simbólicas y juegos de agua.
«Se llama ‘vértigo’ a toda atracción cuyo primer efecto sorprende y desorienta al instinto de conservación».
No cabe duda de que se han cometido atrocidades en Ucrania, al parecer, aunque no exclusivamente, por parte de las fuerzas de ataque rusas, y en un mundo perfecto, los que actuaron así serían considerados responsables.
La foto que decidimos publicar el domingo [3 de abril] en portada, con los muertos de Bucha, y que aparecía en todos los periódicos el lunes, es el símbolo de esta guerra que se ensaña con la población civil de Ucrania.
El ocaso de la Convención de Refugiados de 1951 se está convirtiendo en una realidad del siglo XXI para un número cada vez mayor de países en todo el mundo.
Ni siquiera el 1 % del material militar de la OTAN se utilizará para ayudar a Ucrania, pero la invasión rusa ha proporcionado un pretexto para incrementar masivamente el gasto militar; una gran noticia para las ganancias de los fabricantes de armas.
No queremos un mundo dividido. Queremos un mundo realista: un mundo de la humanidad que se ocupe adecuadamente de la catástrofe climática. Un mundo que quiera acabar con el hambre y el analfabetismo.
Las consecuencias de la contraofensiva que Rusia debió iniciar contra la OTAN en territorio ucraniano, de manera directa o indirecta han producido efectos negativos en prácticamente todo el mundo y quizás cuanto más extremas sean las condiciones de los países, tarde o temprano, más severas serán esas consecuencias, ya que los Estados Unidos, se abroquelan en su ínsula, rodeada de ignorancia e intereses, dejando fuera a sus socios europeos, cada vez más empequeñecidos por las mismas políticas que Washington les ha obligado a seguir ya no solo respecto a Rusia, sino en todas las guerras diseñadas por el Departamento de Estado prácticamente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.