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Venezuela y Latinoamérica en la hora de los hornos

Fuentes: Rebelión

«De Libia a Venezuela pasando por Siria y México, Ucrania, Afganistán o Irak… en lo que va de la década actual hemos presenciado el despliegue planetario permanente de la violencia directa o indirecta (tercerizada) de los Estados Unidos y sus socios-vasallos de la OTAN, toda la periferia se ha convertido en su mega objetivo militar. […]


«De Libia a Venezuela pasando por Siria y México, Ucrania, Afganistán o Irak… en lo que va de la década actual hemos presenciado el despliegue planetario permanente de la violencia directa o indirecta (tercerizada) de los Estados Unidos y sus socios-vasallos de la OTAN, toda la periferia se ha convertido en su mega objetivo militar. La ola agresiva no se aquieta, en algunos casos se combina con presiones y negociaciones pero la experiencia nos indica que el Imperio no agrede para posicionarse mejor en futuras negociaciones sino que negocia, presiona con el fin de lograr mejores condiciones para la agresión. Estas intervenciones cuando son «exitosas» como en Libia o Irak no concluyen con la instauración de regímenes coloniales «pacificados», controlados por estructuras estables… como ocurría en las viejas conquistas… sino con espacios caóticos atravesados por guerras internas. Se trata de la emergencia inducida de sociedades-en-disolución, de la configuración de desastres sociales como forma concreta de sometimiento… convirtiéndolas en no-sociedades para así saquear sus recursos naturales y/o anular enemigos o competidores…» («Del fin del comienzo al comienzo del fin. Capitalismo, violencia y decadencia sistémica». (Jorge Beinstein, 9 de junio de 2014)

«Es la hora de los hornos, en que no ha de verse más que la luz» (José Martí)

 

I.- La especificidad del proceso venezolano

Es evidente que en la crisis venezolana se entrelazan y sintetizan muchas de las contradicciones fundamentales de nuestra coyuntura histórica; sin embargo es conveniente destacar el núcleo en torno al que ha girado el conflicto que enfrenta al bolivarismo y al imperialismo estadounidense.

Al respecto debe destacarse que el eje de la confrontación lo constituye la decisión de un movimiento político social conocido como «Chavismo» de asumir la lucha por la independencia nacional a modo de continuidad de la gesta encabezada por Simón Bolívar en el Siglo XIX, lo cual presupone la reivindicación de una proyección independentista de alcance latinoamericano. Esta es la contradicción fundamental y no la disputa entre Rusia y Estados Unidos o entre «Oriente» y «Occidente»

Esta definición política y programática de luchar por la descolonización en un sentido integral, asumida por Hugo Chávez Frías y su movimiento, convirtió al «Chavismo» en un enemigo irreconciliable del sistema de dominación regional de los Estados Unidos; de sus soportes locales que incluyen a oligarquías criollas, estados clientes, ejércitos, redes criminales, jerarquías eclesiásticas, medios de comunicación; universidades e intelectuales. Actores que de múltiples maneras dan continuidad al orden neocolonial que emergió a raíz del triunfo de los sectores criollos emparentados con los intereses de potencias como Inglaterra, Portugal, Francia, España y Estados Unidos.

El «Chavismo» emerge como expresión del alzamiento civil conocido como el «Caracazo» y de una serie de levantamientos civiles y militares que culminaron 10 años más tarde con el arribo del Comandante Chávez a la presidencia en 1999. La crisis y fractura del viejo estado venezolano posibilitó el surgimiento y desarrollo de una alianza cívico-militar de corte revolucionario y progresista que hasta ahora ha logrado resistir el embate de las fuerzas neocoloniales. La Revolución Bolivariana sacó a relucir otro hecho político de primera importancia; en las actuales condiciones ninguna fuerza puede asumirse o reconocerse como consecuentemente nacionalista en un sentido progresista y revolucionario, si no enfrenta y rompe con ese sistema de dominación estadounidense, con las oligarquías criollas y el capitalismo dependiente. Si no deja de verse como un peón a disposición de uno de los bandos en la lucha entre superpotencias. Por sus condiciones geoestratégicas, por su historia y por voluntad propia la Venezuela Bolivariana pasó a ocupar de la mano con Cuba, la punta de lanza de la Revolución Democrático-Nacional en la región, la punta de lanza del antimperialismo y del antineoliberalismo.

El llamado progresismo político en Latinoamérica se realiza avanzando hacia la superación del capitalismo semicolonial, el que sin ser anticapitalista desarrolla alguna forma de capitalismo de estado y una economía que permite el desarrollo de la soberanía nacional; es decir, la independencia política y económica. La mayoría, sino es que todos los gobiernos y fuerzas autonombradas progresistas se plantearon seriamente este objetivo de la independencia nacional siquiera de tipo local, al nivel de estados-nación particulares.

En cambio el chavismo rebasó al progresismo por su impulso bolivariano hacia la independencia de Latinoamérica y por su carácter mayormente popular. Tal situación empujó al «Chavismo» hacia el socialismo de tipo comunal en un momento en que los movimientos comunistas de masas y de liberación nacional estaban acorralados o simplemente eran catalogados como reliquias. El socialismo de Chávez introduce una perspectiva de poder comunal en franca crítica al socialismo estatista que predominó a lo largo del Siglo XX; el apelativo de Socialismo del XXI viene de ahí, de su proyección anticapitalista, de su base popular y de la reivindicación de la Comuna, y no de la pedantería de algún burócrata académico. Viene de la lucha de nuestros pueblos y de la reasunción de la vía comunal como la alternativa a la crisis del viejo socialismo; como propuesta de superación del capitalismo criollo-dependiente y del capitalismo en general.

Así la Revolución Bolivariana volvió a resituar en un primer plano la contradicción política fundamental que caracteriza la historia contemporánea, la contradicción entre capitalismo y comuna, abierta plenamente por la Revolución Rusa de 2017. Contradicción que sigue condicionando en buena medida la marcha de la historia mundial y sigue vigente como expresión cultural e interpretación histórica que dieron por muerta las gerencias capitalistas y sus agencias culturales a tono con las coartadas posmodernas.

Los imperialistas estadounidenses y las oligarquías criollas pretenden asaltar Venezuela no sólo por los bienes contenidos en sus entrañas: oro, torio y petróleo entre otros, sino para detener y revertir todo lo que huela a comunismo y aún a capitalismo de Estado. Y, también, porque el bolivarismo relanza las luchas de liberación nacional y contra el capitalismo neoliberal en una dirección anticapitalista, propia de la vía comunal vislumbrada por Marx y Lenin. Con una particularidad de primera importancia, en el caso latinoamericano o indoamericano la revolución democrática nacional habrá de resolverse en un plano que rebasa la lógica de los estados nacionales de tipo neocolonial, impuesta por las oligarquías liberal-criollas del Continente en complicidad con las potencias imperiales. Venezuela es el punto más avanzado de nuestra larga lucha por la Independencia y la Libertad; de una que recuerda a Ho Chi Minh, a Fidel Castro y al Che Guevara, porque, entre otras cosas, ha puesto en jaque al imperio estadounidense y a sus socios de la región

Sobre ese piso es como se articulan las demás contradicciones; las disputas Este-Oeste, la crisis cíclica y de decadencia del capitalismo mundial, la crisis de la «civilización occidental», la crisis socioambiental, la crisis del capitalismo criollo y dependiente junto a la decadencia de Estados Unidos y la crisis de su sistema de dominación hemisférica. Noam Chomsky está en lo justo cuando afirma que en Venezuela se juega el destino de la humanidad.

II.- Invasión y golpe de estado

Los Estados Unidos junto a sus aliados están a punto de concretar el proyecto de invasión militar a Venezuela. Es el siguiente paso de una opción estratégica que se fue desplegando a partir de 2002 cuando menos, a través de la llamada «Operación o Plan Balboa». De hecho, el guión seguido hasta ahora tiene relación directa con este diseño atribuido al ejército español; quien en realidad operó como pantalla del ejército estadounidense.ii La invasión militar siempre fue una de las opciones estratégicas, un aspecto complementario de otros diseños de «guerra hibrida» o no convencional.iii

Una vez que fracasaron los esfuerzos para reducir la base del apoyo a la Revolución Bolivariana y al presidente Nicolás Maduro; una vez derrotados los planes de división de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y frustrados los intentos para desarticular y romper la alianza cívico-militar; además del y de la imposibilidad de que el bloqueo económico y diplomático desencadenara una crisis humanitaria, la opción directamente militar pasó a primer plano. Varios medios confirman el despliegue de las tropas estadounidenses y de sus aliados alrededor de Venezuelaiv

En realidad ese es sólo el primer cerco, hay otros tres en proceso que tienen que ver con Nicaragua, Cuba y Bolivia. La invasión a Venezuela tiene dimensiones hemisféricas y sus objetivos son múltiples, el primero es el de suprimir todo proceso tendiente a la lucha por la Segunda Independencia y al socialismo; el segundo por restablecer su sistema de dominación regional y tomar los bienes naturales y recursos productivos y, el tercero, por cerrarle el paso definitivamente a la expansión de Rusia y China en el Continente; a modo de un paso para relanzar el proyecto de las elites estadounidenses de mantenerse como la potencia dominante a escala mundial.

El cerco contra Venezuela articula 34 bases militares en su mayoría de la OTAN; goza de la anuencia de las principales potencias europeas e Israel, sin faltar la aprobación de los países más importantes de la región, con excepción del gobierno mexicano.v. En ese marco la postura de Italia, aunque importante no pone en cuestión la determinación de las principales fuerzas que integran el «Bloque Occidental». Además cuenta con el apoyo de la mayoría de en ambas cámaras legislativas de los Estados Unidos; todos comparte la idea de echar a Maduro y destruir al «Chavismo». Los demócratas se oponen a la invasión pero en los hechos secundan las operaciones militares y diplomáticas que empujan a ella. El verdadero peligro para ellos es el de la oposición a la guerra que ya aparece en un buen número de representantes de las resistencias civiles y en algunos demócratas como Bernie Sanders.

Además, las fuerzas invasoras tienen a su favor algunos factores políticos de tipo coyuntural que difícilmente se volverán a presentar en otro momento. Uno de ellos, tal vez el principal, lo constituye la derrota temporal de los llamados gobiernos liberal-progresistas de la región y el debilitamiento económico o político de fuerzas que se reclaman directamente socialistas como es el caso de los gobiernos de Cuba, Nicaragua, o de partidos como el FMLN de El Salvador, las FARC y el movimiento político de Rafael Correa por mencionar algunos. Aunque si volteamos a ver el resto de Latinoamérica, persisten los movimientos sociales que de muchas maneras contribuyeron al arribo de gobiernos liberal-progresistas; a pesar de su lugar subalterno siguen marcando el rumbo de la resistencia antineoliberal. La rebelión en Haití no es fortuita, es un signo, el de la rebelión, que ha marcado durante las últimas tres décadas al conjunto de América Latina, por no ir más atrás. El acumulado de opresiones y deudas sociales es tal que los ahora partidos de derecha «posfascistas» rápidamente pueden entrar en procesos de desgaste agudo como hoy sucede con Macri en Argentina.vi Los triunfos de la derecha están montados en un terreno inestable; en países como Brasil y Honduras sus poblaciones están divididas por la mitad y cargan viejas crisis a cuestas que las convierte en actores imprevisibles políticamente hablando. Por eso la urgencia de la coalición multinacional para cerrar el cerco.

Es muy importante asumir que en este momento no estamos frente a un «Golpe de Estado» propiamente hablando sino al despliegue de la invasión; de una iniciativa multinacional que abiertamente establece como objetivo el descuartizamiento de Venezuela y el reparto de sus bienes comunes. No es una fuerza predominantemente local la que pretende tomar el control del Estado; es una fuerza multinacional que persigue la destrucción del «Estado Bolivariano» o «Chavista»; un hibrido que en medio de la derrota del «viejo socialismo», de la decadencia capitalista y estadounidense y del reposicionamiento de China, Rusia y «Oriente», persiste en el sueño de Bolívar y de la Comuna. La disputa es a muerte; la tendencia dominante es a la guerra abierta; una que alterará todo el mapa político y social del continente, incluido México. Y que a contracorriente de nuestros deseos es un factor que empuja a una posible confrontación catastrófica a nivel mundial. China, Rusia, la India, Irán al Igual que Estados Unidos, Europa, Israel, arabia Saudita y Japón se están preparando para un desenlace mayor. Múltiples son los indicios de como las principales potencias del mundo han reagendado los preparativos para una escalada militar que incluye la guerra espacial e hipotéticos escenarios nucleares.vii

Atrás quedó la disputa entre los alfiles del imperialismo estadounidense, de Henrique Capriles y Leopoldo López sobre la prioridad y el peso de lo electoral o del golpismo callejero y militar; eso quedó sepultado; la invasión directa tomó la batuta. El guión abierto públicamente por Obama en marzo de 2015 cuando tipificó a Venezuela como enemigo inusual que amenaza la Seguridad Nacional de EU, es el que sigue Trump con su sinceridad brutal, la de ir por el petróleo y lo que resulte. Guaidó el autoproclamado es la cabeza de playa de la invasión sin ninguna posibilidad de ejercicio de poder porque no existe una fuerza interna con suficiente fuerza para tomar el Estado, uno que con todo y sus herencias burguesas ya no les resulta funcional, uno del que tienen que prescindir.

III.- Crisis, decadencia capitalista y el fin del Siglo estadounidense

Es cierto que la invasión no es un asunto fatal, pero también es verdad que pasó a constituir la inercia dominante. Venezuela es clave para la evolución inmediata de varios procesos críticos y para la configuración de escenarios estratégicos de corto y largo plazo. Muy probablemente Jorge Beinstein tenga razón, nos enfrentamos no sólo a crisis capitalistas de tipo cíclico cuya característica es la de refuncionalizar el sistema; sino a crisis cíclicas en el marco de una larga etapa o ciclo de decadencia; donde la crisis cíclica no logra restablecer los equilibrios necesarios para revitalizar a la sociedad burguesa en una espiral ascendente. 

Particularmente la crisis capitalista, de corte cíclico y alcances mundiales cuyo epicentro son los EU, pronosticada para mediados de 2020, ya está aquí, con sus primeros vientos y luces. La gerente del Fondo Monetario Internacional Christine Lagarde así lo declaraba el día de ayer. La expectativa de crecimiento mundial pasa de los 3. 5 % al 3% en una atmosfera saturada de negros y grandes nubarrones.viii Nadie tiene certidumbre sobre el alcance real y la duración de la crisis, aunque todo mundo espera que sea bastante problemática porque su epicentro radica en Estados Unidos y de algún modo en China que mantiene a la baja sus expectativas de crecimiento. Las deudas acumuladas, la competencia financiera y monetaria y la guerra comercial global, más las inestabilidades derivadas de los escenarios de guerra internacional afectaran sensiblemente, más que en 2008-2009, la evolución positiva de la economía mundial. Japón y Alemania, la tercera y cuarta potencia mundial respectivamente, también ajustaron hacia la baja sus expectativas de crecimiento en 2019.

Evidentemente estamos frente a un repliegue forzado de los Estados Unidos hacia su «zona de confort», el hemisferio americano. Ha sido empujado hacia acá; pesan sobre el imperio su fracaso estrepitoso frente a Corea del Norte y la respuesta Rusa en el conflicto de Ucrania y Crimea. El acercamiento a la India no mitiga su pérdida de influencia en el Centro de Asia, el Medio Oriente y el Norte de África. Las derrotas en Afganistán e Irak; su fracaso ante las fuerzas combinadas de Siria, Iran y Hezbolla y sus diferencias con Turquía socavaron los equilibrios de su dominación y hegemonía en Eurasia. Su alfil, el Estado sionista de Israel, se va aislando cada vez más y su efectividad militar ha quedado en entredicho desde su última incursión fallida en el sur del Líbano; la derrota o repliegue frente a Hezbolla lo han acompañado a lo largo de los últimos años; su retórica apocalíptica sobre el uso de armas nucleares exhibe sus limitaciones para hacer uso desplegado de sus capacidades militares convencionales.

Estados Unidos necesita reposicionarse de diversas maneras. En una coyuntura de reflujo económico, donde la lógica del sistema, la de las tazas de ganancia, empuja a redoblar el despojo de los bienes comunes en las «periferias» y el asalto descarado a sus fondos públicos y sociales, la guerra sigue siendo un buen expediente para liquidar parte de los excedentes acumulados y obtener ganancias rápidas. Ya en 1979 el imperio estadounidense estuvo en una situación de perder la hegemonía mundial, las revoluciones de Irán, Afganistán, Nicaragua, Granada y Centroamérica, entre otros sucesos lo empujaron a desarrollar una contraofensiva global que lo llevo a ganar el último episodio de la Posguerra Fría, con el desmantelamiento de la Unión Soviética y el Bloque Socialista y buena parte de las economías nacionales basadas en el capitalismo de estado. Hoy va a intentar algo similar; en ese contexto delirante que nos acerca a escenarios de mayor caos de los que hemos vivido bajo la etapa del capitalismo neoliberal, la invasión a Venezuela es un expediente que están asumiendo a pesar de sus contradicciones internas. La Revolución Bolivariana está muy lejos de ser el eslabón más débil de la cadena de fuerzas que se oponen a la dominación estadounidense, pero suponen que está muy alejado de los centros de poder alternativos, muy distantes de Rusia, China e Irán; que son otro de los factores relevantes y decisivos.

Si bien el factor interno es el decisivo en el caso de la disputa que enfrenta a Venezuela y Estados Unidos; la decadencia estadounidense la convierte en un factor fundamental en la disputa Este-Oeste. En la determinación de invadir Venezuela se pone en juego el destino del todo el «Bloque Occidental», no sólo la supremacía de los Estados Unidos. En ese sentido la disputa alcanza dimensiones mundiales. Para nuestros pueblos está en juego su posibilidad de existencia; incluso al nivel de Estados dependientes. La expansión estadounidense y del capitalismo neoliberal en la región se tradujo en la ocupación integral de América Latina; en el desmantelamiento progresivo de los viejos estados nacionales. La puesta en venta de la Amazonía por Bolsonaro es uno de los tantos ejemplos del proceso de desarticulación y liquidación de nuestras soberanías y del exterminio de nuestras identidades nacionales.

Así, el papel de Rusia, China y el «Bloque Oriental» en el contexto de crisis capitalista mundial y del declive estadounidense y occidental resulta de primer orden, sin que por ello la lucha entre independentismo y colonialismo pase a segundo lugar.

Históricamente la guerra y los fascismos han sido uno de los expedientes del capitalismo para enfrentar y superar periodos críticos como los que vivimos. De acuerdo a su racionalidad imperial y a la inercia capitalista, a los Estados Unidos no le quedan otras opciones si quiere prolongar el «Siglo Americano». Las declaraciones de Donald Trump en el sentido de cambiar el eje de sus políticas internacionales, auto-centrándose en sus fronteras internas; son sólo palabras frente a los dispositivos de poder mundial que mantiene a través de sus dispositivos militares en todo el mundo.

Crisis capitalista cíclica, decadencia sistémica y el fin del Siglo Americano se conjugan y empujan a invadir Venezuela. A ello también contribuye la crisis de hegemonía de las oligarquías criollas y sus sistemas y regímenes de dominación local, que han hecho del chavismo el enemigo a vencer para resarcir el deterioro político que padecen. Un indicador de esa crisis de representación ha sido la emergencia de gobiernos liberal-progresistas y socialistas en la región y la permanencia de los acumulados sociales que los hicieron posible.

Ni siquiera las toneladas de inmundicia mediática, del terror ejercido por los grupos criminales y las fascinaciones ofrecidas por el mercado capitalista han bastado para impedir que a través de las urnas y de múltiples levantamientos civiles, de manera repetida, nuestros pueblos pongan en entredicho las seguridades electorales y políticas de las oligarquías locales. Incluso el agotamiento o fin del ciclo progresista, debiera leerse como una de las tantas expresiones de la crisis de representación que experimentan todos los proyectos liberales. Neo fascistas o pos fascistas como Macri, Juan Orlando, Jimmy Morales y Bolsonaro emergieron cuestionando a los liberalismos sociales o de centro derecha; ofreciendo modelos políticos y sociales que cuestionan al liberalismo tradicional y a quienes se presentan como socialistas o comunistas. Todo lo cual contribuye al clima de violencia, odio y desconcierto necesarios para propiciar y justificar golpes de estado e invasiones como la proyectada contra Venezuela, al margen y en contra de todas las legalidades que en algún momento aceptaron. 

El llamado nuevo orden jurídico estadounidense proclamado unilateralmente a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001 «legaliza», todo tipo de atrocidades, golpes de estado y guerras preventivas como las desatadas por George Bush y como las proyectadas por Obama y Donald Trump por encima del Congreso y la legalidad internacional. A pesar de las pantomimas de la coalición invasora para legitimar su agresión contra Venezuela como las ensayadas en la ONU o la OEA; es obvia la violación y el abandono de cualquier reglamentación de carácter internacional que limite la agresión militar, política y económica emprendida por la jefatura estadounidense y sus aliados.ix

IV Escenarios de la confrontación y perspectivas

Si reparamos en un primer recuento estadístico salta a la vista el poderío de las fuerzas invasoras que hipotéticamente contarían con la participación fundamental del Ejército brasileño, colombiano, estadounidense y demás fuerzas de la OTAN acantonadas alrededor de Venezuela. La población implicada sería: Brasil 224.5 millones; Colombia 45.5 millones y Venezuela 32 millones 221000 habitantes. En un espacio territorial de 10. 5 millones de kilómetros cuadrados; 8.5 Brasil; casi un millón por parte de Venezuela y poco más de un millón de Colombia, sin contar las guyanas y los países insulares. Los ejércitos y las fuerzas policiales en disputa sumarían: Brasil 729, 500; Colombia 481; más un número indeterminado de tropas estadounidenses que podrían sumar decenas de miles; más los efectivos de las guyanas y otras islas. Mientras el ejército venezolano cuenta con 115 mil efectivos y una reserva activa de entre 1.5 a 2 millones. Brasil tiene capacidad para enfrentamientos mayores, de tipo regular al igual que los Estados Unidos; mientras Colombia carece de esas capacidades. En cambio el ejército venezolano y sus reservas populares podrían moverse en esos dos planos; con una capacidad de combate irregular muy superior a cualquier ejército incluido el estadounidense.

Paralelamente las fuerzas invasoras estarían obligadas a montar otros círculos, cuando menos tres más; uno en torno a Nicaragua que posee un ejército relativamente pequeño, poco más de 10 mil efectivos, lo que equivale a poco menos del 10 por ciento del total de efectivos apostados en Centroamérica, aunque su capacidad de reservas movilizadas puede ser de cientos de miles; y , otro anillo más alrededor de Cuba; bastión histórico del independentismo y del socialismo latinoamericano y mundial, al que las elites estadounidenses odian con particular énfasis. La Isla formalmente cuenta con un ejército de 80 mil personas y una reserva de 1.5 o 2 millones de efectivos, con una capacidad combativa excepcional hablando en términos de guerra de todo el pueblo.

Como se puede deducir, las fuerzas en pugna son gigantescas y ninguna tiene frente a sí un panorama que linde con un paseo. A todas luces será una guerra cruenta y larga, que pudiera acortarse si se producen divisiones al interior de las fuerzas independentistas; si no sucediera tal calamidad la confrontación pondría en jaque a la dominación imperial de Estados Unidos y «Occidente» y a la supervivencia del capitalismo bajo hegemonía europea y estadounidense. En realidad el factor humano en una guerra justa, de resistencia, es el factor humano. Estados Unidos y sus aliados necesitan tener una relación de fuerzas de 10 a 1 y no la tienen y, además, carecen del ardor combativo del pueblo venezolano y de sus posibles aliados.

La evaluación del posible costo y de los riesgos que se deriven de un fracaso o de un triunfo que a la postre será una derrota, es lo único que podría hacer recapacitar a los imperialistas. Las fuerzas que estarían encargadas de los primeros ataques frontales tienen sus limitaciones. Brasil cuenta con una población dividida y un Ejército que más de una vez ha dado muestras de defender sus prerrogativas de «Gran Potencia» frente a Estados Unidos; de momento aunque aparece como un instrumento dócil; es al que menos le conviene una larga guerra que detonaría la conflictividad interna a niveles no conocidos en toda la historia brasileña. El ejército colombiano es el que se ha preparado durante largo tiempo para esta guerra; pero con todo y la desmovilización de la otrora guerrilla más poderosa, existen los motivos y las condiciones para que resurja una fuerza guerrillera capaz de atascar en su propio territorio a las fuerzas regulares y a los paramilitares que siguen a Duque y a Uribe.

Estados Unidos tiene 800 bases militares o más que cuidar, 476 000 efectivos activos; una guardia nacional de 343 000 y una reserva de 199 000; lo que da un total de 1 018 000 integrantes capaces de operar en el terreno de fuego. Para sostenerlos necesita otros cuatro millones, sin contar a las y los trabajadores que laboran en las empresas del complejo militar industrial. La situación política interna de los EUA no es tampoco muy apacible; el acumulado de violencia y pobreza en términos cuantitativos es muy elevado; y existe en proceso un nuevo alzamiento afroamericano. La posibilidad de figuras emergentes que disputen la titularidad del gobierno sigue siendo motivo de pesadillas. Imaginar un o una candidata socialista con posibilidades de ganar es una cosa que aterra a la derecha. Una guerra larga seria desastrosa al interior de EU por las contradicciones que generaría, Venezuela está a la puerta; si calculan que Rusia, Irán y China están lejos, también lo están los europeos que nunca han sido muy dadivosos que digamos. El factor Perú en la ecuación con 80 mil efectivos, uno de los mejores ejércitos, tiene enfrente al factor Bolivia; cuyo gobierno se vería compelido a actuar porque ellos, los «evistas» son quienes siguen en la lista de los golpes de Estado. Estados Unidos ya tiene una fuerza mercenaria lista, sus fuerzas estatales no le alcanzan, todas tienen una dolencia, no tienen amor a la tierra y al pueblo; mientras las y las bolivarianas lo tenemos. Esa es la diferencia, esa es nuestra fuerza, la que no aparece en los recuentos estáticos; la fuerza fruto de la conciencia, de ser partícipe de una causa justa y liberadora; esa fuerza no aparece en las contabilidades de los invasores; esa fuerza y la solidaridad internacional los derrotó en Vietnam, en Bahía de Cochinos y en la guerra imposible de las y los partisanos soviéticos; esa fuerza será la que vencerá nuevamente. 

Bueno, se ha llegado a una situación límite donde los independentistas bolivarianos, martianos, guevaristas, zapatistas, mariguelianos están compelidos a actuar, todo está en riesgo; la vida propia y el futuro de ABYA YALA, de nuestra patria, la hasta ahora pospuesta. Estados Unidos y Europa arriesgan su tradición de dominio, económico, político, militar y cultural; su civilización depredadora y anti natura; mientras China y Rusia, participan compelidos por sus propios intereses y por el antagonismo que ha desencadenado nuestro vecino del norte. Las elites europeas y estadounidenses que integran una sola matriz, la del mal, para recuperar sus palabras, deberían de reconocer que ya pasó su tiempo, que lo mejor que podrían hacer es explorar nuevos caminos para replegarse definitivamente y dar paso a la vida. Tal vez, gracias a un gesto de nobleza de su parte, podamos perdonar tanto dolor, tanto sufrimiento, tantos crímenes cometidos a nombre de la racionalidad de la ambición, del dinero y la ganancia capitalista. Sin embargo, esperar un gesto de nobleza de su parte es fantasioso; pero nada se pierde con soñar. Mientras tanto recordemos y que no se nos olvide; un tal señor Marx en aras de ayudarnos a no traicionaros nos dijo y lo repitió hasta el cansancio, «el límite del capital es la ganancia», por eso nunca debemos esperar ningún gesto de bondad, sólo su mirada torva, la del interés frio y desalmado. El capitalismo habrá de morir como nació chorreando sangre y lodo. Que no se nos olvide.

Notas:

i El presente artículo recoge las observaciones que diferentes compañeras y compañeros hicieron al material y a las exposiciones del mismo en diversas charlas ocurridas entre el 13 y el 15 de febrero en Culiacán y Guasave Sinaloa.

ii bohemia.cu/…/plan-balboa-intervencion-armada-de-eeuu-y-colombia-contra-venezuel…

https://es.wikipedia.org/wiki/Operación_Balboa

iii La Guerra No-Convencional (GNC), son un conjunto de estrategias que pretende intervenir o injerir en un país con intencionalidad política de dominación sin usar la tecnología bélica como: armas, tanques, bombardeos, por mencionar algunos, que suelen ser usado comúnmente en la «Guerra convencional (GC)». La finalidad es lograr una penetración física, política, económica y cultural de un país poderoso en otro en desigualdad de condiciones, con el objetivo de someterlo y expropiarlo de sus bienes o recursos. Esta estrategia resulta en muchas ovaciones eficaz por el hecho desencadenar caos y miedo en la población del país enemigo al implementar agentes u oficiales de manera encubierta. 1 ​ La guerra no-convencional no es método nuevo, de acuerdo a revelaciones publicadas por el gobierno de los Estados Unidos, ha sido empleado en varias ocasiones por sus tropas como ocurrió en el Proyecto Eldest Son durante la Guerra de Vietnam y en varios operaciones en la Segunda Guerra Mundial. https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_no_convencional

iv http://www.cubadebate.cu/especiales/2019/02/18/confirmado-estados-unidos-cerca-militarmente-a-venezuela-infografia-mapas-y-videos/?fbclid=IwAR1r_xzfjdEtmPZJHMiXpzoGWLn5sGVWZ24f3DcqQ8I8zCnsCntgu5nhNHU#.XGuOyxhtU0O

v «Hay 34 bases militares de Estados Unidos y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) alrededor de Venezuela en Guadalupe, Martinica, Saint Martin, Guyana y Guyana Francesa y Colombia que son de la OTAN. También hay en Aruba, Curazao y Panamá». Sin contar la presencia militar de EU en otros Estados latinoamericanos como Perú, Argentina Brasil, Guyana, Aruba, Bahamas y El Salvador, Honduras entre otros. Puerto Rico también alberga 12 bases militares de Washington. http://www.hispantv.com/noticias/venezuela/…/bases-militares-eeuu-otan-tensiones

vi http://elfinanciero.com.mx/culturas/posfascismo

vii http://mundo.sputniknews.com/opinion/201902191085560736-seguridad-alemania-merkel-pence/

viii https://www.elsoldemexico.com.mx/finanzas/fmi-pronostica-una-tormenta-economica-mundial-3042440.html

ix https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=50384

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.