Román Munguía Huato | 

“Make America great again” era la consigna de Donald Trump en su campaña electoral presidencial fallida para reelegirse. Tal eslogan grandilocuente y espurio (acuñado por Ronald Reagan en 1980) se desvaneció estrepitosamente en un sufragio que perdió por una diferencia de ocho millones de votos a favor de su contrincante Joe Biden dentro de un proceso de elección que recae finalmente en la decisión de los delegados estatales.

En 1972, cuando el gobierno socialista de Salvador Allende en Chile sufría la presión asesina de parte de Estados Unidos, el poeta Nicanor Parra escribió: «Estados Unidos: el país donde la libertad es una estatua».

La masiva desigualdad ha hecho de la lucha por la supervivencia un componente central en la vida de millones de personas.

Renán Vega Cantor | 

La verdadera excepcionalidad estadounidense radica en que es el único imperio que ha agredido a los cinco continentes, ha lanzado dos bombas atómicas, tiene 1200 bases militares en el planeta…

Los historiadores del futuro compararán la toma de la Bastilla con la pasada irrupción en el edificio del Capitolio de Washington y sus conclusiones dependerán de cómo se desarrolle la crisis política de EE.UU. Aunque estarán de acuerdo en una cosa, en que no era una lucha entre los candidatos Trump y Biden ni tampoco entre los partidos Demócrata y Republicano, sino que se trataba de un problema mucho más profundo, el conflicto entre tres grandes sectores del poder mundial: el internacionalista, el nacionalista y las corporaciones de la tecnología informática.

El golpe que Donald Trump le ha dado al mito de la democracia norteamericana es enorme y lleno de consecuencias en la actual coyuntura internacional

El origen de los conflictos políticos es de índole económica; reside en las desigualdades económicas.

Si no se cuestiona -desde la izquierda estadounidense y mundial- el poder de las corporaciones que manejan las redes sociales, nada evitaría que estas corporaciones coloquen en el mismo saco a las protestas del movimiento Black Lives Matter (BLM) y al supremacismo blanco.

Si el mandato de Trump fue abominable, el de Biden no lo será menos. Recordemos la guerra en Siria, la liquidación de la primavera árabe y la invasión de Libia, promovidas y gestionadas por el equipo que ahora retorna a la Casa Blanca.

Ángel Guerra Cabrera | 

En Estados Unidos priman las condiciones ideales para el florecimiento de líderes demagógicos, puesto que el Partido Demócrata le ha vuelto la espalda a la clase obrera blanca.