El presidente entró en su último año de mandato con una crisis económica agravada por la política ortodoxa. Dejará como herencia recortes de salarios y eliminación de empresas estatales.

Estados Unidos está en el precipicio entre lo que se llama democracia y algún tipo de estado autoritario con tintes fascistas. Eso advierten generales y almirantes, ex altos funcionarios, líderes religiosos, figuras públicas e intelectuales progresistas y conservadores, un coro que tal vez no comparte otra cosa más que la necesidad urgente de sonar la alarma.