El uso que hace el régimen militar de los ataques aéreos contra personas civiles desplazadas en el estado Karenni hace que éstas teman no sobrevivir para ver sus hogares de nuevo.
El uso que hace el régimen militar de los ataques aéreos contra personas civiles desplazadas en el estado Karenni hace que éstas teman no sobrevivir para ver sus hogares de nuevo.
El enfrentamiento bélico que se desarrolla en Ucrania, guarda estrecha relación con el carácter profundamente contradictorio de la crisis orgánica y estructural que atraviesa el sistema capitalista, acentuada desde la pandemia.
Reconozco que tengo un cierto sentido de culpabilidad ante la invasión rusa de Ucrania. Sentimiento de culpabilidad que me viene por el hecho de haber creído que Putin era un actor racional en las relaciones internacionales, que nunca se lanzaría a una guerra abierta en todo el territorio ucraniano, y que existía una base racional en sus temores ante la expansión de la OTAN.
El golpe de Estado de febrero de 2014 en Ucrania marca un punto de inflexión en la historia contemporánea del país, en la que Washington pasa a ocupar una posición preeminente.
Quizás la decisión del presidente ruso Vladimir Putin de invadir Ucrania sea absolutamente desacertada, aunque hay que reconocer también que es la única opción que los Estados Unidos y la OTAN le han dejado.
El anticomunismo rusófobo y la alerta contra la amenaza soviética fue rasgo central del siglo XX y mantiene trazas en el siglo XXI.
Como zapatistas que somos no apoyamos a uno ni a otro Estado, sino a quienes luchan por la vida en contra del sistema.
Creo que para abordar el tema de las guerras del siglo XXI de Ucrania y Rusia es
bastante necesario recordar un poco la ya demasiado olvidada Revuelta del Maidán y
Guerra de Ucrania del 2014, que fue originada fundamentalmente, entre otras cosas,
por las ansias de expolio del neoliberalismo occidental, la alucinación consumista de
buena parte de los ucranianos, introducida por el invencible marketing.
La agresión rusa a Ucrania ha provocado una clara escalada del apoyo militar occidental al país atacado, con la llegada de misiles antitanques y antiaéreos, y con ellos multimillonarios negocios de las 15 principales empresas armamentistas del mundo que, insuflando la guerra, siguen lucrando desmedidamente con la tragedia.