Chile exporta en torno al 45% de su cobre refinado a China, y vende el 85% de sus concentrados en Asia. Otro resto se va a EEUU. Flotas de barcos propulsados por motores térmicos circulan por el mundo llevando las materias primas de diestra a siniestra, y los productos manufacturados de siniestra a diestra, con un balance de producción de dióxido de carbono que asusta.