
Varios gobernantes latinoamericanos tratan de emular a Nayib Bukele, o al menos de replicar parte de su estética. Con la inseguridad como una de las principales preocupaciones sociales, acercarse al mandatario salvadoreño, pese a los cuestionamientos por sus derivas autocráticas y a la difícil extrapolación de sus políticas contra las maras, funciona como una muestra de compromiso con la «mano dura» frente al delito.