En resumen ―a modo de diagnóstico―, se ha instalado en nuestro país, un consenso manipulado desde los medios de comunicación unilateral y totalizante, sustentado en un proyecto comunicacional colonial, basado en el supremacismo europeo anglosajón, atentatorio con los intereses del pueblo chileno: con el uso de sus recursos naturales, su cultura, su sistema político y su democracia. Guste o no, la élite señorial apostó dos veces a perdedor, y esas decisiones van a traer costos.