
La ofensiva general de la derecha boliviana que cuenta con el apoyo de los medios hegemónicos occidentales, la crisis económica acentuada en el último período y la división interna de las fuerzas de izquierda, presentan un panorama desfavorable para que los movimiento democráticos puedan en las elecciones del 17 de agosto, retener un gobierno que desde hace 20 años ha trabajado para el pueblo.