Las salmoneras no solo tienen el poder absoluto para evadir los estudios de impacto ambiental; no solo cuentan con los recursos millonarios para comprar conciencias de actores sociales y políticos; no solo cuentan con lobistas en la clase política; no sólo inventan campañas de odio y racismo contra los pueblos originarios; no solo crean una fuente laboral precaria e inestable; no solo generan un impacto medioambiental de carácter catastrófico en los ríos, lagos, mar y borde costero, sino que además quebrantan la propia ley que las regula en sus concesiones