
“Entiendo que no sea fácil sancionar a un asesino que cuenta con un ejército de 500.000 cómplices armados y victoriosos. No obstante, si no es posible imponerle un castigo físico al criminal, que está protegido por las bayonetas de sus cómplices, no existen tampoco bastiones ni fortalezas que puedan salvar al culpable del castigo moral de la opinión pública”.
Juan Bautista Alberdi, El crimen de la guerra