
Ver magníficas piezas prehispánicas en ventas públicas de casas de remates de París provoca lágrimas de indignación. Los precios alcanzados no son motivo de orgullo. Es de vergüenza ver estas obras, parte de la memoria y de la identidad de un pueblo, convertidas en objetos comerciales para el mejor postor, coleccionista o, peor, simple especulador.